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No todo ha estado mal

    EL año pasado Polonia ha acogido a más de dos millones de refugiados en su territorio y ha invertido 3.400 millones de euros en ayudar al país vecino. Las vacunas han salvado millones de vidas, y no solo frente al covid, también contra la gripe y la malaria. La electricidad ha conseguido llegar a más hogares, la posibilidad de ir al colegio se ha abierto para muchos más niños y niñas de todo el mundo y la pobreza extrema se ha reducido.

    El año pasado ha subido el número de mujeres que se dedican a la investigación en Europa y el de jefas que hay en nuestro país. Por primera vez en la historia, una mujer ha arbitrado un partido de un Mundial de fútbol masculino y Estados Unidos ha equilibrado los salarios entre equipos de hombres y mujeres en este mismo deporte.

    El año pasado China ha duplicado el número de coches eléctricos en sus calles, España ha batido récords en producción de energía renovable y la cantidad de personas que se mueven en bicicleta ha crecido. Han crecido especies en extinción como el leopardo de Anatolia o el lobo gris de Francia y la Unión Europea ha llegado a un acuerdo para prohibir la importación de varios productos considerados impulsores de la deforestación.

    El año pasado se han descubierto las células malignas que provocan la metástasis, tres parapléjicos han vuelto a andar gracias a implantes electrónicos y se han creado los primeros medicamentos contra la obesidad. Se ha avanzado en el diagnóstico precoz del párkinson y del alzhéimer y ha dado sus primeros pasos la fotofarmacología, una disciplina que desarrolla fármacos que se activan con luz y que no tienen efectos secundarios.

    El año pasado tres países, Papúa Nueva Guinea, la República Centroafricana y Guinea Ecuatorial, han abolido la pena de muerte. Los cubanos han votado a favor de la legalización del matrimonio y la adopción para parejas del mismo sexo y, en España, la igualdad de derechos de las personas empleadas del hogar se ha hecho realidad.

    El año pasado ha habido miles, millones de desgracias, pero también miles, millones de alegrías. El año pasado mi abuela ha vuelto a repetir que “este era el año del fin del mundo”.

    Y no, una vez más, no lo ha sido.

    Podríamos quedarnos con las guerras, con la emigración, con las masacres carcelarias en Ecuador o con los cierres de negocios por culpa de la crisis y tendría sentido. Aunque igual es el momento de hacer un recopilatorio anual positivo y de quedarse con lo bueno, porque no todo ha estado mal.

    Tal vez llevemos años haciéndolo al revés y esta sea la definitiva, o tal vez no. Pero vamos a intentarlo, por si “este es el año del fin del mundo”.

    06 ene 2023 / 01:00
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