Noticias inciertas de una oscura España

Muchas, casi incontables son las noticias que se agolpan pidiendo paso en estos días en las que el año “pide papas” y se va por la puerta falsa, inexorable, como sus antecesores. Una discordante y vociferante atmósfera política, en una tensa ceremonia de la confusión es el signo de estos días decembrinos en los que toca el turno a la confrontación político – partidista con el Congreso funcionando a toda máquina. El Gobierno, para afirmar su poder omnímodo; la judicatura para sobrevivir. Tal es el combate, la controversia a base – hasta el momento – de bronca verbal por la que asoman las seculares dos Españas de nuestros pecados, pues las hemos (¡perdón!) parido con sangre y desventura. La sensación de mangoneo político, el cortejo de mentiras y medias verdades, el revanchismo y la deslealtad del nacionalismo radicalizado con su cortejo de personajillos bufonescos cuando no patéticos; la permanente ruptura de las líneas de la ética y la democracia que tantos invocan y tan pocos practican configuran el signo de estas horas y días. Si al personal, sobre todo al de edad provecta, le preguntas “qué tal vamos”, la respuesta de los afligidos interrogados es unánime: “tirando”. Pues eso, tirando estamos sin tregua, sin parar, no se sabe de qué, acaso de la vida, tan oscura, tan complicada y cambiante.

Iba yo a hablarles de noticias. Una. El Ayuntamiento de Parla, de gobierno socialista (de estos de ahora) ha decidido suprimir el nombre de Lope de Vega de un edificio educativo – cultural de cierta solera para cambiarlo por el de la escritora Almudena Grandes esposa que fue del poeta Luis García Montero y recientemente fallecida. Y uno se pregunta si, para homenajearla, había que cometer semejante disparate que resulta ser una gratuita y absurda mezquindad.

Dos. La “Ley trans” presentada deprisa y corriendo y poblada al parecer de errores y deficiencias de todo tipo, que exime a los menores incluso de la más elemental consulta paterna. La ministra Irene Montero, exultante al aprobarse la tal ley, alzaba sus brazos celebrando su “éxito” que ha de provocar, sin duda, algunas víctimas: las más débiles, como siempre. ¿Y qué decir de la gravísima ligereza de las operaciones de transexualidad con sus irreversibles resultados ya padecidos en otros países? Lo cierto y verdad es que no escarmentamos y que gente sin formación ni principios, irresponsables y faltos de criterio, pero encaramados en el poder, se ríen y mofan en nuestra cara insultando nuestra inteligencia, alardeando incluso de su atrevida ignorancia y hasta librándose (con una impunidad ya asegurada) de toda culpa presente o futura.

La batalla por el despiece o desmembración de este país nuestro (que ya para muchos resulta innombrable) se da bajo el lema de “divide y vencerás” y contra lo que queda de instituciones sólidas y seculares, contra el poder judicial y contra quienes creemos que la unión hace la fuerza y nos libra de ese espíritu gregario que tantos males nos ha costado a lo largo de nuestra conflictiva Historia de rencores, enfrentamientos, guerras y atraso. Pero, repito, no escarmentamos.

Uno quisiera ser un optimista desinformado y predicar el general contento. Pero como dijo el poeta, la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. Y el sentencioso don Antonio (Machado) reiteró: “¿Tu verdad? no, la Verdad y ven conmigo a buscarla. La tuya: guárdatela”. A esa luz, cueste lo que cueste, queremos vivir el inminente 2023. Así sea, con bien para todos.