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Reseña Musical

“O Camiño Inglés”, por la Banda Municipal, en el Teatro Principal

    Concierto de la Banda Municipal dirigida por su titular David Fiuza Souto- Teatro Principal 12´00 h.-, dedica su programa al repertorio preferente de compositores ingleses que cuidaron con gran dominio obras de talante solemne, William Walton o Gustav Holst, para esta cita anunciada como “O Camiño Inglés”, a los que se añade nuevamente Philip Sparke y el gallego Sergio Rodríguez, del que se elige el “Capriccio Galaico”, obra de 2016 y que se escuchó hace unas temporadas en las actividades que nuestra Banda Municipal, dedicó a las “Xornadas de Música Contemporánea”, una colaboración que se viene manteniendo convocatoria a convocatoria. Sergio Rodríguez, es miembro activo de la “Asociación Galega de Compositores” y fue galardonado con el Premio de Composición de la “USC”, por su obra “Inferno”, inspirada en la Divina Comedia, de Dante. A la sombra de esta pieza y como inspiración, hay detalles que nos remite al “Capricho Español” de Nikolai Rimsky Korsakov. Tres tiempos que caracterizan a “Capriccio Galaico”: “Introducción e Alborada”, con la entrada del oboe “ad libitum”, que nos lleva a imaginar las gaitas en una alborada”; “Canto de berce”, un canto de cuna, como anuncia el título y una “Muiñeira”. El catálogo del compositor, cuenta con una serie de pasodobles y obras en distintas combinaciones como “Somos”, para cuarteto de saxofones; el “Poema a Neira Vilas”, para flauta y dos clarinetes” ; “Sonata das Rodríguez”, para flautas o “6 cadros “ , para oboe solo.

    William Walton, con su obra de grandes fastos “Crown Imperial”, que ya dice bastante en el título. Obra con historia y consecuencia de un encargo protocolario, para la coronación de Jorge VI, en la Abadía de Westminter, en 1937. Una aceptación absoluta, hasta el extremo de que volverá a utilizarse en la de Isabel I, en 1953 y más recientemente, en la del príncipe Guillermo, en 2011. El atractivo de la obra, invitará a las abundantes transcripciones que de ella se harán. Una para órgano, de Herbert Murril; la más idónea para un contexto como el actual, firmada por Christopher Palmer, para metales, timbales y percusión; la dedicada un Memorial Service, de Laurence Olivier, de 1989; otra para banda militar, de W.J. Duthoit; alguna para el piano, del propio compositor y hasta una para canto, de Doris Arnold, llamada “That we way never fail”. No esteramos lejos de las célebres piezas que integran la “Marcha de Pompa y Circunstancia”, de Sir Edward Elgar, esa serie de cinco alardes que con cierta frecuencia escuchamos en los tratamientos más diversos.

    Inglaterra, cumplía los grandes fastos para acontecimientos solemnes, con obras de encargo, larga tradición que se venía manteniendo desde los tiempos del sajón George Friedrich Haendel, y que se mantiene hasta nuestros días. Un pleno de acierto para William Walton en “Crown Imperial”, para esta composición que antes de cumplir el obligado compromiso regio, había sido grabado en privado por el ilustre Adrian Bolton, con la ”Orquesta Sinfónica de la BBC”, unos meses antes del acto de coronación de Jorge VI.

    Seguiremos en el espacio inglés, y dentro de esta reconocible familia de compositores con el mentado Gustav Holst, el autor de obras cumbre como la suite para orquesta “Los Planetas Op. 32”, o la del ballet “The Perfect Fool Op. 39” y la suite oriental, según personal recreación, “Beni Mora Op. 29”, a la que Vaughan Williams rendiría reconocimiento: “Mayor sería su éxito, si la hubiese estrenado en París, mejor que en Londres, para conseguir el reconocimiento europeo”. Semejante destino tendrán las dos obras de este músico de Cheltenbam, nacido en 1874, y que tuvo como principal maestro de composición a Stanford. Llegó a ser un dotado trombonista, como ya vimos en otros talentos que posteriormente, tomarían partido de esos dominios, para indagar en repertorios para banda, experiencia que tuvo la oportunidad de vivir en la “Scottish Orchestra”, de ahí, a las composiciones como las que escucharemos, había un paso. Paciencia y a esperar el turno. Hablamos de las dos suites, también cargadas de recursos sonoros, en perfecta armonía con la obra precedente. La “Suite in E flat”, de 1909- en sus tiempos “Chaconne”, “Intermezzo” y “March” y la ”Second Suite, in Fa”, en los tiempos “March: Moris dance. Swansea Town, Claudy Banks”; “Songs without words. I´II love my love”; “Song of the Blacksmith” y “Fantasia of the Dagerson”.

    Estamos a la altura de los años 20, en un período de dedicación y compromiso con la Royal Military School of Music”. Larga tradición que hundía sus raíces en la Royal Artillery Band, de 1557. El trasvase de generaciones, impulsará la creación de todo tipo de bandas, con ejemplos en las cotidianas y populares de vecindario, las de bomberos, las de policía local y hasta las promovidas por empresarios. Una idea con respecto a estas dos suites, y porque el ambiente era propicio, lo tenemos en las “English Songs Suite”, de Vaughan Williams y en la “Wylliam Byrd Suite”, de Gordon Jacob. Sydney Herbert, realizó un arreglo de estas piezas.

    Philip Sparke, nos deja la “Sinfonietta nº 3 (Rheinfelden Stetches”, de 2001, una composición de íntimos afectos con la ciudad de Rheinfelden, en Suiza, y un reconocimiento al descubrimiento placentero que ayudará a la inspiración de una obra en forma de tríptico, en el que cada movimiento, está al servicio del lucimiento de cada una de las familias de la formación orquestal. Para entrada, el “Promenade”, con una clara pretensión de halagar al oyente, para pasar a la “Ballade”, especialmente seductora desde la entrada con saxofones y la conclusión final del atractivo “Scherzo”.

    28 nov 2021 / 01:00
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