Okupas
A veces, cuando hay que crear un argumento literario, cinematográfico e, incluso, de gestión política se recurre a un supuesto, esto es, al trazado de una acción de la que luego se van extrayendo consecuencias, argumentos secundarios, puntos de giro... suele ser un trabajo muy divertido, aunque se pretenda construir un drama, que pone a prueba el músculo creativo del equipo de guionistas. Y funciona. Hagámoslo ahora.
Imagine que usted acude a su segunda vivienda de vacaciones y se la encuentra habitada por un grupo de okupas –ya hay una compañía de vigilancia que utiliza este supuesto para vender sus alarmas–. Esos ocupantes, por esta vez, no son personajes de perro y flauta. Han cambiado las cerraduras, han redecorado algunas habitaciones e, incluso, han puesto la luz, el gas y otros gastos básicos a su nombre. En un año de pandemia, de vida irregular para la sociedad normal, usted ha perdido la propiedad.
En el mejor de los casos se ve envuelto en un proceso judicial que acaba dándole la razón tras acreditar sus derechos. Una reclamación que dura años de pleitos y gastos de procuradora, bufete de abogados, quebraderos de cabeza. Y cuando llega la sentencia usted se ve condenado a indemnizar a los okupas por el mantenimiento de su vivienda. ¿En la resolución del caso, a quién mata usted? ¿Al juez, a los abogados, a los okupas? O quizás se suicida. Así resultará más demoledor de cara a la sensibilidad de los futuros espectadores.
Pero sigamos. Agreguemos una trama política secundaria. Los okupas son fachas y usted es de izquierdas, o simplemente liberal. ¿Qué piensa? Calcula que la justicia está anclada en la ideología de los okupas. Que están burlando sus derechos y que las administraciones públicas prefieren ponerse del lado de los infractores. Les permitirán, incluso, llevarse algunos muebles. Y descubrirá que, además, esos caraduras cuentan con un precedente jurídico de alto copete, les respalda la expulsión indemnizada de los herederos de Franco del pazo de Meirás. Sabrá que tienen la espalda tan bien cubierta que, en el futuro inmediato, en España ya no habrá okupa sin su correspondiente indemnización.