Oportunismo tramposo

LOS políticos aprovecharon el Día de la Constitución para confirmar a la descubierta que están decididos a usarla cada uno en su provecho y en contra los rivales previamente declarados enemigos. Gastan un jetamorro que se lo pisan.

La primera, la presidenta del Congreso de los Diputados: en vez de armar un discurso institucional, cediendo a la querencia sectaria se atrevió a leerle la cartilla a las fuerzas de la Oposición que se niegan a asistir al Gobierno que la puso donde está. Demasía que supone despreciar que la democracia se basa en la alternancia de partidos que proponen programas distintos. Si fueran iguales o muy parecidas, la alternativa se quedaría en simple cambio de caras y estilos.

Tampoco se privaron los líderes del PSOE y PP de colocar sus mensajes en las declaraciones a los medios tras acabar el acto en la Carrera de San Jerónimo. El socialista quiso ponderar las bondades del texto vigente ejemplificadas con el estado de alarma que facilita la lucha contra el coronavirus; por su parte, el de los populares dio en la flor de declarar enemigos de España a los que pactan con el competidor y de proclamarse nada menos que paladín de la defensa constitucional, ¡vivir para ver!

Para dar que hablar faltaron a la celebración oficial los sedicentes patriotas de Vox para montar un acto en el que su jefe de filas se desahogó repartiendo leña a siniestra mano en la forma acostumbrada. (Poca si alguna gracia tiene oír a alguien que ha vivido siempre de la política descalificar a los políticos de jornada completa. Pero que no se quejen mucho los partidos establecidos porque sus recetas neoliberales dispararon el crecimiento electoral de la variante ibérica del populismo de garrafón). Lo cierto es que la CE demanda una urgente actualización, asunto que ni oír mentar quieren los partidos mayoritarios: uno porque como está beneficia a los suyos, otro por miedo a la apertura del melón, ambos por renuencia al pacto.