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Ourense, ese problema

    COMO ya ocurriera en 2020 acaso con idéntico impulso irreflexivo, el alcalde de Ourense, Pérez Jácome, decidió días atrás romper el pacto de Gobierno con el PP y que hace extensivo a la Diputación en razón de lo que se intuye más como irascible y repentina arroutada que fruto de una decisión meditada en sus consecuencias.

    Visto el atrabiliario proceder del alcalde de la ciudad de las Burgas esta nueva boutade seguramente sorprenderá a muy pocos de sus vecinos pero para el PP representa una nueva e injustificada tomadura de pelo en el continuado ponerse amarillo a lo largo de la legislatura por no haber afrontado con todas sus consecuencias el saber ponerse colorado pero sólo una vez, como reclama el refrán. El control de la Diputación fue la espada de Damocles que propició que el PP esté a punto de agotar la legislatura como muñeco de feria de los caprichos del regidor.

    Sapos que los populares hubieron de tragarse como secuela de las luchas internas habidas en la designación del candidato a la alcaldía y que tan nefastas consecuencias trajo en el intento de hacerse con el Gobierno de la Corporación provincial. El retorno de Manuel Cabezas parece evidenciar que han aprendido la lección.

    Ocurre que, partidismos al margen, Ourense sigue capitalizando los apartados más chismosos y burlescos de los informativos patrios en vez de protagonizar noticias que hablen de lo acertado de la gestión local. Una chabacana imagen que, por repetida, en tan mal lugar deja a una ciudad y su provincia con tantos valores, naturales y humanos, dignos de más favorable representación.

    Ese esperpéntico espectáculo con que Ourense llena buena parte de los telediarios nacionales no es sino una constatación más de la conveniencia y, aún, urgencia en la reforma del proceso electoral para constituir las corporaciones locales de modo que la voluntad mayoritaria del electorado no se vea comprometida, cuando no aniquilada, por los partidismos capaces de propiciar estas situaciones de continuado bufonismo por parte de unos pocos iluminados.

    Por eso mismo no sería mal consejo que PP y PSOE dieran muestra de una mayor altura de miras asumiendo, en compañía de los demás partidos en la Corporación, el compromiso formal de hacer funcionar la rueda municipal a salvo de intereses partidistas desde una administración provisional que puede consensuarse en unos pocos días y que no tendría más finalidad que la de conducir, libre de peligros y con una hoja de ruta programada, la barca consistorial a la feliz arribada de las elecciones municipales del año próximo.

    Puede que el indisimulable optimismo que suscita entre los suyos el retorno de Cabezas lleve al PP a la estrategia de dejar pasar el tiempo en el convencimiento de que éste actúa, desde el descalabro municipal, en favor de su candidatura. La pregunta es, a semejanza de lo que ocurre en España con el Gobierno Sánchez –aquí con el plazo de final del 2023–, si Ourense se merece pagar el precio de diez meses más de un desgobierno caprichoso y a la deriva.

    01 ago 2022 / 01:30
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