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Paco Pestana

    LEO en la prensa que el escultor lucense Paco Pestana, falleció de modo súbito. Hace quizá 20 años le conocí en San Martín de la Vega –pequeña villa agroindustrial muy próxima a Madrid donde viví bastante tiempo y a la que a veces aún regreso unos días–, pues él también había vivido allí años atrás y ocasionalmente volvía por su amistad con un escultor local.

    Me contó entonces que, mientras estudiaba en Madrid, se había empleado como técnico agrario en el pueblo –entonces no pasaría de dos mil y pico lugareños, mal comunicado y más unido a su entorno agrario que a la cercana Madrid–, y adonde había llevado un 25 de julio a un gaiteiro a la puerta de la iglesia para que tocase el himno gallego.

    Durante años le traté y recibí noticias suyas, a menudo a través de catálogos dedicados que me enviaba de su obra escultórica. Ésta me interesaba por su originalidad, pues transmitía la fuerza elemental y el espontaneismo del juego infantil y el arte primitivo en formas y colores. Él se reía cuando le decía que se hubiesen disputado su favor las tribus indígenas para hacerse con sus singulares ingenios coloristas de aspecto organicista que remedaban a veces los tótems e imágenes tribales y se correspondían con su cráneo pelado y aire de poeta de una inmediatez rústica, estrechamente vinculado a la naturaleza y terruño.

    Le dediqué algunos artículos en EL CORREO alabando sus formas, que me recordaban a Duchamp y le aproximaban más que al surrealismo a los ingeniosos juegos del dadá. A su través fui invitado a dar una conferencia sobre arte popular gallego en la antigua fundación coruñesa Fenosa (MACUF), a horas que coincidieron de modo fatal con una final europea de fútbol muy española y resultó un fracaso inesperado, aunque mi conferencia fue luego cuidadosamente publicada.

    En años sucesivos, y al vaivén de sus relaciones con el escultor local en cuya casa se hospedaba, dejó de venir a San Martín y dejamos de vernos. Poco antes yo había atravesado un momento difícil por un tumor y cuando le dije en el jardín de mi casa que no temía morir, me contestó que, como hombre vinculado al mundo rural y a los animales, estaba familiarizado con la vida y la muerte desde su niñez y tampoco temía la muerte. Que la tierra te sea leve, amigo.

    19 oct 2021 / 01:00
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