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Pan y toros

    CON el otoño y el caer de las hojas queda atrás la temporada taurina, pero se abre la operística y zarzuelesca. Nuestro país, de pandereta, es cada vez más similar a una zarzuela y cada vez más celebridades esperan a las puertas de este espectáculo mientras charlan en la plaza que entre las columnas se reúne antes de comenzar: algarabía que nos refleja. Es notorio el auge que la zarzuela tiene en los últimos años, no así tanto el del palacio de la Zarzuela, donde el presidente impera con un caos de monsergas...

    La zarzuela fue a menudo un sistema sutil de crítica alegre de la sociedad del momento y la que de Francisco Asenjo Barbieri ahora se muestra, Pan y toros, es una de las más claras representantes de esa corriente. Allí coincidimos Boris Izaguirre, Chencho Arias y Carmen Lomana con Juan Echanove, este último como director de escena, en una obra que se muestra en su vertiente más anticlerical y crítica, donde los políticos trabajan para mantenerse en el poder a costa de unos y otros, donde se hacen concursos trucados para simular que se le da la preminencia a uno u otro, incluso en los toros. Esa obra, en la que aparecen soflamas liberales, Goya, Jovellanos, la corrupción estatal y los intentos de reformarla, señala cómo no se hacen universidades, pero sí muchas procesiones y fiestas para entretener al populacho.

    Parece que no hemos cambiado tanto, basta ver qué tonto es nuestro espectáculo, disputando por minucias y minorías mínimas, por cuestiones que rondan el ombligo de algunos, dejando de lado los graves problemas que nos acosan y gastando, tirando el presupuesto en innecesarios tinglados.

    Con la reciente presentación del último libro de Juan Manuel de Prada, El derecho a soñar, coincidimos con personajes de todos los colores, desde Vox, el alcalde de Madrid y otros miembros del PP, hasta algún diputado de Esquerra Republicana de Catalunya e ideólogos de Podemos... Con los vinos había consenso: buena parte de las disputas hoy giran en torno a necedades, extravagancias, desviando al pueblo de lo que más le afecta. Mientras Prada hablaba de su gran texto sobre una feminista anarquista, republicana, poeta y deportista de élite postergada por la historia, sentíamos que todavía había libertad para hablar sin tener que camuflar una vez más las palabras.

    Ahí estaba también un experto de las tauromaquias y otras literaturas, el profesor Gonzalo Santonja, quien podría muy bien describirnos, como Valle Inclán hizo, El ruedo ibérico, donde más que toros bravos sufrimos en política vacas trans o carneros y cabrones, que así se llaman estos bichos, con o sin distinciones. Pan y circo: el parlamento es ahora un circo y, mientras el pueblo tenga entretenimiento, como en los toros, y pan, seguirá distraído. Pero el pan-gas se puede acabar, ¡ay!

    18 oct 2022 / 01:00
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