Para el nuevo año

ESCRIBIÓ Auguste Comte, filósofo positivista francés del siglo XIX, que conocer el pasado permite no solo comprender el presente sino vislumbrar las claves del porvenir. Me atrevo a compartir con ustedes algunas hipótesis sobre cómo puede discurrir el recién estrenado 2023.

Será un año electoral en el que se van a celebrar el 28 de mayo elecciones municipales y autonómicas en aquellas comunidades no históricas; y, elecciones generales, como máximo el 10 de diciembre, si el presidente del Gobierno decide agotar la legislatura.

Mi percepción es que en España se ha terminado un ciclo político, acaso antes de lo previsible, en razón del deterioro institucional y del desgaste del Gobierno de coalición. Algo que afectará también, aunque en menor medida, a los comicios autonómicos y municipales.

La guerra de Ucrania es otro de los problemas que en 2023 debería encontrar un desenlace que ponga fin a la carnicería y a la destrucción que ha provocado. Putin ha fracasado en esa guerra relámpago diseñada para doblegar al Gobierno ucraniano pero necesita una salida que solo llegará con una paz negociada. Otras alternativas, como que Rusia se retire o que Putin fuese depuesto, son a día de hoy soluciones poco probables.

La crisis energética continuará, pero la ciencia y la industria trabajarán codo con codo para buscar nuevas energías. Este año hemos sido testigos de la carrera frenética de las marcas de automóviles para buscar alternativas a los motores de combustión. No es una transformación que se vaya a producir de la noche a la mañana, pero veremos cambios en nuestra vida cotidiana.

El cambio climático ha mostrado ya sus fauces, aunque las medidas para combatirlo son todavía tímidas. Decía Peter Drucker que la mejor manera de predecir el futuro es creándolo. Podemos probar.