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Partidismo: neutralidad prohibida

    ABRIÓ el libro y comenzó a explicar esas páginas de la historia de su tierra, pero sabía que algunos contenidos podían molestar. La verdad a menudo disgusta, no se adapta a nuestras creencias. “¿Qué es la verdad?” preguntó Pilatos mientras dejaba a Jesucristo en manos de quienes iban a torturarlo y matarlo, oficialmente, bajo su responsabilidad, por mucho que se lavara las manos. Había matado a la Verdad, la Inocencia, la Bondad, por un interés político y personal. El escepticismo a veces es muy interesado, pero los hechos golpean en la conciencia si se traiciona.

    El profesor explicó lo que pensaba, después de años de estudio sosegado, aunque los ánimos calientes no estaban dispuestos a aceptar lo que había pasado y los radicales le denunciaron.

    La reprensión vino del rectorado, que había declarado con sus órganos de gobierno a favor de ciertas políticas nacionalistas.

    Esto es el gran peligro de algunas universidades y centros de enseñanza media donde las explicaciones son sesgadas y solo se escuchan los argumentos de un lado, los del otro no interesan. Para juzgar hay que escuchar varios puntos de vista y con las diferentes perspectivas averiguar lo que sucediera. Pero hay a quienes esto no les interesa.

    Más de mil profesores firman una carta contra imposiciones ideológicas en la enseñanza, en especial por la presión nacionalista, donde los claustros pueden dejar la neutralidad propia de la libertad de cátedra y emitir sentencias desde sus estructuras administrativas.

    Un claustro no debe opinar sino sobre asuntos académicos, no posicionarse políticamente de modo que pueda poner en peligro la libertad de expresión, libertad de cátedra, esencial autonomía universitaria para investigar sin que los políticos se inmiscuyan y señalen qué es lo que uno tiene que decir o explicar y opinar. Las universidades han de ser centros de estudio, no de politización partidista de los alumnos, que primero han de aprender, antes de decidir qué elegir.

    La neutralidad también se ha perdido en las más altas instituciones estatales del sistema judicial. Montesquieu fue asesinado por los socialistas hace tiempo; el Partido Popular, cuando llegó al poder, mantuvo el cadáver porque le interesaba entonces para sus propósitos. Ambos son responsables de no tener un sistema judicial neutral. Las mayores fuerzas políticas prefirieron intentar maniobrar y deformar la justicia, lo mismo que ahora quieren manipular la verdad para que se exprese de modo parcial o incluso de forma mentirosa.

    No es extraña la distancia de la mayor parte de los ciudadanos respecto a las instituciones políticas que se supone nos representan. Muchos dicen que nuestra democracia se demuestra cada vez más falsa, pues habitamos en una partitocracia donde unos y otros trepan para llevarse buenos puestos y sueldos imponiendo sus criterios, sin preocuparse de si es realmente la voluntad del pueblo.

    La verdad no interesa. Cerró el libro.

    17 ene 2023 / 01:00
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