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Pedro

Acaba de editarse en Espasa Los ingratos, de Pedro Simón, que ha resultado ganadora del Premio Primavera de Novela 2021. Un galardón, por cierto, que viene otorgándose desde 1997, y que ganaron en anteriores ediciones autores tan carismáticos como Lorenzo Silva, Juan José Millás, Luis Sepúlveda, Juan del Val o Peridis. Sí. Ya ven. No sólo magistrales todos ellos, sino acaparadores de galardones. Pescadores de perlas, si lo prefieren. Y a todos ellos (y a los que no citamos, evidentemente por falta de espacio) se nos une ahora uno de los más curiosos. ¿Recuerdan una cita que les he contado alguna vez de Alejo Carpentier respecto al ejercicio del periodismo y de la narrativa? En una conferencia dictada en La Habana en el que antiguamente fue el Centro Gallego, el autor de Concierto Barroco o de La Consagración de la Primavera afirmaba que los dos papeles, el de periodista y escritor, estaban irremediablemente entrelazados, y que la única diferencia estribaba en que el periodista juega con materia del presente y el escritor con la del pasado. Dicho de otra manera: los dos son el anverso y el reverso, o las dos caras de una misma moneda. Y, en el caso a que nos referimos, resulta que la labor primordial y más destacada de Pedro Simón ha sido siempre la de cronista de lujo. Miembro de El Mundo, ha obtenido incluso el Ortega y Gasset...

LOS INGRATOS

Esta novela es una delicia. Tiene el marchamo de la seriedad. Y una visión peculiarmente puntillosa al detallar la infancia de un personaje entrañable desde sus primeros pasos. David, o Currete, como lo llama su cuidadora Emérita en el medio del camino de su vida, va notariando su entorno rural. Hijo de una maestra especialmente preocupada por su vecindario inmediato y cambiante, hermano de dos niñas escurridizas, hijo de un hombre que se va a Madrid a trabajar y que deja de venir en un momento determinado (justo cuando aparece su cuidadora, alta, voluminosa y sorda, pero cargada de un humanismo estremecedor), irá tomando nota de todo cuanto pasa. Y lo que pasa es absolutamente increíble, pero por una razón muy obvia: esa es mi infancia. Exactamente la misma. Con variaciones mínimas. La forma de narrar de Simón es eso: construir, a partir de datos mínimos y observaciones muy valiosas, algo que puede ser (y lo es) un arquetipo universal. Puede recordar a Delibes, por supuesto. Pero a lo que más recuerda es a aquella frase en que Octavio Paz resume el libro clásico Sendas de Oku, de Matsuo Basho: “En este libro de Basho no pasa nada, salvo el sol, la lluvia, las nubes, unas cortesanas, una niña, otros peregrinos. No pasa nada, excepto la vida y la muerte...”.

10 may 2021 / 01:00
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