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contra el lobby feroz

-¡Señor Feijóo, qué gafas más grandes tiene!

-Son para apuntarte mejor.

-¡Señor Abascal, qué orejas tan grandes tiene!

- Son para seguir tus pasos mejor.

¡Señor Feijóo, qué nariz más grande tiene!

-Para olfatearte y preverte mejor.

-¡Señores de la derecha y ultraderecha, qué dientes tan grandes y afilados os gastáis?

-Son para comerte... ¡mejor!

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acudió a las elecciones de Andalucía saturado de ensoñaciones con orígenes en la deformación de los cuentos infantiles que Moncloa lleva a cabo para adaptarlos al relato presidencial. Vox era el lobo feroz de Caperucita roja que primero se come al PP y luego, ya crecido y con más peso, amenazaría con zamparse la democracia entera. Los andaluces, sin embargo, no acabaron de ver en Abascal, a pesar de sus rasgos esteparios, al hombre lobo que muerde a Feijóo en las noches de plenilunio y lo convierte en otro lobisón o licántropo peligroso. Tampoco acertaron a entender la función ecológica del cazador altruista que se atribuía Sánchez para darle un final feliz a esta historia con perdigones (o Espadas) socialistas. Y, así, premiaron al dirigente que no se movió de la fila de en medio, un Feijóo a la espera de tortas y miel como la abuelita del cuento, en la persona de su alter ego en Sevilla, el candidato Juanma Moreno.

El presidente tomó buena nota del revolcón que le propinaron en la poblada circunscripción del sur, en un tiempo no tan lejano tan apegada al socialismo, y le dio una vuelta de guión a su Caperucita particular, vistiéndola de un rojo más intenso e intervencionista y actualizando un texto que consideró algo infantilizado para hacerlo más comprensible a las mentes ya adultas: como consecuencia, el atroz enemigo mutó de ser el lobo ultraferoz para convertirse en el lobby despiadado de la derecha con sus terminales “políticas, económicas y mediáticas”.

Por supuesto, en esta nueva versión del relato de Caperucita remasterizada desde el colchón monclovita, a Feijóo se le continúa viendo como un lobo con piel de cordero. Pero el presidente del PP nacional, que podría encarnar las divergentes características de estos dos animales a la vez, es una persona que se encontró demasiadas veces bailando con lobos y tiene su propia lista de cuentos favoritos. Cuando Rajoy dio paso a su sucesión en el PP, el Príncipe de Os Peares escapó de la manada por miedo a los ataques de alguno de sus hermanos. Asentado el nuevo macho alfa, siguió jugando al escondite, como el cabritillo que se ocultó en la caja del reloj para evitar el apetito devorador de García Egea, el lobo aceitunero de Casado que ansiaba tragarse a todos los barones. Pero, luego, cuando le tocó a él ser el lobo que abriera en canal al tándem de Génova para rescatar el rebaño popular, empezando por la vilipendiada Ayuso, no dudó en enseñar su incisiva dentellada que Sánchez también dice haber detectado desde su visión infrarroja.

Feijóo ahora, en la cúpula de la tradición popular, contrarresta los cuentos que propaga la Presidencia del Gobierno introduciendo en esta fábula de lobos, corderos y cabritillos un cuarto animal de piel más dura y significado totémico en su tierra natal. En el argumentario del nuevo líder del PP nada mejor que entregarse a la moraleja de Los tres cerditos, aunque sea a costa de tener que representar personalmente a uno de ellos, plato de gusto en los restaurantes autóctonos, pero de difícil fragancia para entrar en los elegantes salones de los poderes capitalinos. En esta simbólica narración, el temido lobo sería Sánchez, que ya se llevó por delante la casa de madera de Rajoy (que no calibró bien la fuerza de quien consideraba un simple lobezno consentido) y la de Casado edificada con paja (no daba para más su sentido arquitectónico). Feijóo, en cambio, en pocos días apuntaló el edificio de Génova que amenazaba ruina y lo revistió de una fortaleza constructiva que incluye una chimenea trampa, como la del cuento, por si el rival se transforma en un malvado Santa Claus.

Sánchez es muy de entrar por sitios alternativos a la puerta principal, pero no es un lobo fácil de cazar, ya que posee una inusual astucia ligada a su supervivencia. Feijóo, con estilo mariano, intentará que fracase en las municipales de mayo como lo hizo Zapatero en las de 2011, donde el PP hasta tomó Compostela, brindándole a Rajoy La Moncloa en otoño. Pero el presidente tiene su caja roja de reanimación. Sólo con invitar a su rival azul a un debate quincenal en TVE (el aspirante nunca se puede negar) minaría el horizonte electoral previsto. Y colorín, colorado, este cuento, lo sentimos mucho, todavía no se ha acabado.

01 jul 2022 / 01:00
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