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Peronismo a la española

    PEDRO Sánchez, con voz engolada y gestos de cómico debutante en un teatro de barrio, saco pecho anunciando que las ayudas económicas que empezaron en 2022 y algunas otras, se extenderán al 2023. Se trata de peronismo puro para ocultar su infinita inconsistencia como gobernante y captar votos en las elecciones generales próximas.

    Es razonable que se actúe para aliviar el efecto que la crisis energética y la inflación causan a los ciudadanos. Por tanto, bienvenidas unas ayudas propuestas por el PP hace meses y descartadas antes por Sánchez: eliminación del IVA de alimentos de primera necesidad, 200 euros para familias vulnerables, tope al precio del alquiler, prorroga de planes en materia de desahucios, suministros esenciales, bono social o ingreso mínimo vital. En total, 45.000 millones de euros.

    Contrasta la ayuda de 200 euros a las familias con los 400 del Bono Cultural Joven, que el Gobierno dio a los jóvenes que cumplían 18 años (medio millón) en 2022.

    Las medidas anunciadas como antiinflacionarias aumentan irresponsablemente el gasto público y se suman a otras claramente inflacionistas, como el aumento del 8,5% en las pensiones, o la propuesta de subida de salarios para paliar la pérdida de poder adquisitivo. Regando España con una lluvia de subvenciones que beneficiarán a ocho millones de personas, se busca también aplacar el coste político de impopulares decisiones como la derogación de la sedición, la rebaja de la malversación o el fiasco de la ley del sí es sí.

    Termina un año sombrío que no ha dado tregua a la ingeniería social y al despropósito legislativo de dar carta de normalidad a lo anormal. Se ha alentado a los independentistas a repetir su desafío constitucional, se alardea de tener la menor inflación de Europa, aun cuando la cesta de la compra ha subido un 15%, se rebautiza a los parados como fijos discontinuos, para falsear el número de parados y los fondos europeos se infrautilizan por pura incompetencia administrativa.

    Sánchez también ha dejado claro que en España sólo hay sitio para un sobera-no y así, hace esperar al rey en el desfile del 12 de octubre, le desaira en un viaje protocolario en AVE, le congela el presupuesto (mientras él se sube el sueldo), o evita informarle del cambio de política en relación al Sahara, a pesar del deber
    constitucional de hacerlo. Y todo porque sabe que la superioridad ética y el prestigio personal del rey es la única contrafigura potente a su inequidad de tirano.

    Las ayudas anunciadas suponen cuatro puntos del PIB y representan una huida hacia delante que cronifica problemas estructurales de la economía española, e hipoteca a futuras generaciones que tendrán que pagar la deuda pública creciente. La situación que vivimos es mala para los españoles y buena para Sánchez y sus socios. La obligación moral del país será cambiar esta situación por un futuro mejor.

    30 dic 2022 / 01:00
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