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Personalismos políticos

    YOLANDA Díaz no quería personalismos en su proyecto político, pero lo cierto es que ella misma ha asumido todo el protagonismo y decide, además, quién la acompaña en la foto. Lo acomete sin acatar ningún tipo de paternalismo; y hace bien. Más aún, no es la única política que está teniendo una proyección importante en el panorama español.

    Ahí está Isabel Díaz Ayuso, su homóloga a la derecha en términos de repercusión, a juzgar por su número de seguidores y simpatizantes. Las dos son objeto de atención de medios de comunicación, y de preocupación para los máximos líderes de la izquierda y de la derecha, Pedro Sánchez y Pablo Casado.

    Yolanda e Isabel vuelan libres; y será interesante ver si las dejan volar quienes en su momento las designaron, porque ya se han visto velados intentos por parte del antiguo líder de Podemos por indicarle el camino a Díaz, y evidentes maniobras desde el PP para cortar las alas a Ayuso.

    También estaremos atentas al trato que reciben por parte de los medios de comunicación. Ya se ve que su apariencia física, su vestimenta, su estado civil, y su contexto familiar acaparan, comparativamente, más líneas que en el caso de los líderes masculinos.

    Lo que sí han demostrado las dos es que, partiendo de posiciones discretas en sus organizaciones, han sabido tejer un discurso y proyectar una imagen que las conectan con los ciudadanos, que caen bien a mucha gente, y que no generan tanta animadversión como otras figuras de su ámbito.

    También han sabido ambas lideresas refrendar sus proyectos con su trabajo, ofreciendo incluso tímidos resultados en forma de pactos sociales en el caso de la Vicepresidenta, y una gestión de la Comunidad de Madrid razonablemente exitosa por parte de Ayuso.

    Algo parecido ocurre también en Galicia con la creciente proyección de Ana Pontón, con la diferencia de que ésta lo tiene más difícil, pues Feijóo también posee un discurso y una imagen que atrae a la población gallega, y que acredita con su trabajo al frente de la Xunta.

    El ascenso de ciertas figuras contrasta con el constatado e irreversible declive de otros personalismos. El primero fue Albert Rivera, que políticamente murió de éxito. Luego le ocurrió a Pablo Iglesias, quien pasó de atraer a masas, a suscitar recelos y generar detractores e incluso antipatía, sin que el aparente experto en ciencias políticas pudiese hacer nada para evitarlo.

    Más recientemente, Ca-
    yetana Álvarez de Toledo
    , mujer intelectual, trabaja-dora y supuestamente muy inteligente según quienes
    la conocen, se ha converti-
    do en objeto de críticas generalizadas. Su ocaso ofrece otro ejemplo de cómo la formación e incluso la capacidad intelectual mal gestionadas convierten a muchos y muchas en seres arrogantes, carentes de inteligencia emocional, y tan cegados por sus egos que incluso llegan a desconectar de sus congéneres.

    Es el riesgo de los perso-nalismos. Y tanto Yolanda como Isabel habrán de tomar nota.

    01 dic 2021 / 01:00
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