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Pesimismo positivo

    REALMENTE, no todo optimismo es bueno, ni todo pesimismo es malo. No en vano, el Premio Nobel de Literatura José Saramago dice que “solo el pesimista puede cambiar el mundo, pues el optimista está conforme con lo que hay”. Optimismo y pesimismo son pues, dos ópticas distintas de ver y enfrentarse a la realidad. La actitud más prudente se encuentra en el justo medio que tanto defendiera Aristóteles, pues nunca los extremos son buenos. Conviene recordar que en el oráculo del Templo de Delfos, dedicado a Apolo, no solo se dice “conócete a ti mismo”, sino que además se añade “y nada en demasía”.

    Tanto el exceso de optimismo como el pesimismo excesivo representan una actitud contraria al pensamiento aristotélico. Como ejemplo más representativo del optimismo puede citarse el poema del nicaragüense Rubén Darío titulado Salutación del optimista.

    En el pesimismo positivo reside el gran motor del avance y del progreso humano, pues puede decirse que conformarse con lo que hay por considerar que vivimos en el mejor de los mundos posibles, como pensaba Leibniz, es mero conservadurismo, mientras el avance consiste en la disconformidad, entendida como instrumento para la mejora y el perfeccionamiento de lo que existe. Por ello, el pesimismo positivo encierra, paradójicamente, un importante componente de optimismo, al servir como estímulo y acicate para la superación y el progreso.

    Por el contrario, entre los máximos representantes del pesimismo negativo, se puede mencionar a Teognis de Mégara para el cual, “el mayor delito de los hombres es el de haber nacido”; Schopenhauer, quien considera “la vida como sufrimiento” o Espronceda, autor del poema nihilista titulado La desesperación. Esquemáticamente y sin ánimo exhaustivo, se pueden describir como principales características del optimismo negativo: el exceso de confianza, el complejo de superioridad, la infravaloración del riesgo, la confusión del deseo con la realidad y el triunfalismo.

    Por el contrario, el pesimismo positivo se caracteriza, entre otros aspectos, por la prudencia, la previsión del riesgo, la representación del peor escenario posible para poder combatirlo o el desarrollo de habilidades para la superación de las dificultades. Como corolario de lo anterior, se puede afirmar que cierto grado de pesimismo, sin caer en el derrotismo, es positivo.

    14 may 2021 / 01:00
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