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Piedras en el Camino y en el riñón (I)

Una piedra en el Camino

Sortear piedras es un ejercicio que todos tenemos que hacer. Nos las encontramos en la vida diaria, al pasar de una etapa a otra, al cantar rancheras o al quebrantarse nuestra salud.

Que el Camino es símbolo de Compostela lo sabe todo el mundo. Espiritualidad, paisaje y patrimonio cultural e histórico son algunas de las razones que, cada año, atraen a miles de romeros. Sobre todo en año Jacobeo. En el recorrido admiramos, tropezamos y hasta padecemos las piedras.

La salud y la peregrinación no es una cuestión menor, su estudio ha generado tal cantidad de información que encontramos desde tradiciones y recomendaciones hasta tesis doctorales

Desde la Edad Media, la atención al peregrino a través de los hospitales ha protagonizado la relación entre la medicina y el recorrido, sea cual sea el elegido. Culminaba esta labor en el magnífico hospital Real que nos legaron Isabel y Fernando; pero no fue el único auxilio a su alcance.

“...romeus que de Santiago y an forón lle contanto os miragres que a Virgen faz en Vila-Sirga”. (Alfonso X el Sabio).

Siguiendo el Camino Francés, en el corazón de Tierra de Campos, cuando el peregrino todavía no ha olvidado la perfección del románico de San Martín de Frómista ni la majestad templaria de Santa María la Blanca en Villalcázar de Sirga, inspiración de las cantigas de Alfonso X, nos encontramos con Carrión de los Condes (Palencia). Cargado de historia y tradición ofrece refugio y consuelo al caminante, además de un rico patrimonio. Joyas del románico, las iglesias de Santa María del Camino y Santiago, sedes de la 25 edición de las Edades del Hombre “Lux-Carrión de los Condes” (2021), reciben al peregrino y lo despide, cambiando de estilo, el Monasterio de San Zoilo, santo patrón de la población.

El claustro gótico-renacentista del cenobio, obra de Juan de Badajoz (entre 1495 y 1498-1552), es visita obligada. A nadie dejará indiferente. Pero pocos son, los que conocen la razón de la advocación al santo, de origen cordobés, en lugar tan alejado.

El Martirio de San Zoilo

Según las Actas del Martirio de San Zoilo, este era un joven, de familia acaudalada, que mostraba continuamente en público sus creencias en contra de las leyes romanas. Zoilo y unos veinte compañeros fueron acusados de superstitione christianitatis, en el año 304, lo que motivó su apresamiento, juicio y condena a muerte. Previamente, por su significación, se le torturó “haciéndole abrir por la espalda y extrayéndole los riñones”, a pesar de lo cual no murió, siendo el propio Daciano, prefecto romano del siglo IV, el que le corta la cabeza.

La descripción del martirio, extraída literalmente de Actas del Martirio y la Leyenda de oro para cada día del año..., se completa con frases piadosas repetidas por distintas fuentes.

La iconografía sobre el martirio respalda la tradición popular y confirma la que, en caso de haberse realizado, podría ser la primera representación pictórica de una nefrectomía. Encontramos cuadros en iglesias de distintas poblaciones que lo representan. En la sacristía de la iglesia de la Magdalena del monasterio de San Zoilo en Carrión de los Condes, en el retablo de la capilla Antigua de Nuestra Señora de la Concepción en la catedral de Córdoba y en el retablo de la iglesia de San Nicolás de Plasencia. En los tres lienzos, a tenor de las imágenes se utiliza la vía posterior como “abordaje” para la incisión, siendo esta realizada sobre la columna vertebral en el caso de Córdoba y lumbar o subcostal en las de Carrión y Plasencia.

Los abogados del dolor o los males de la piedra

De esta forma se crea la leyenda de este mártir cordobés y su relación con las enfermedades renales, junto a la de San Liborio, obispo de Le Mans, en Francia, durante la mitad del siglo IV, al que se ha atribuido desde finales del siglo XV un “poder sanador” contra los cálculos urinarios, Abogado de los dolores de ijada, piedra de riñones y retensión de orina (sic). El santo francés, es venerado en otro punto del camino portugués, la parroquia de Cela (Mos), provincia de Pontevedra. Existe un tercer abogado del dolor de riñones, el beato Lesmes, pero establecido el diagnóstico diferencial, resulta este síntoma de origen no urológico. El beato, fallecido en 1218, cuyos restos se encuentran en la capilla de San Juan de Sahagún de la Catedral de Burgos, no se debe confundir con San Lesmes (¿-1097), sacerdote de origen francés, patrono de Burgos, enterrado en la Iglesia del mismo nombre.

El tercer protagonista, fiel servidor y paje limosnero de San Julián, segundo obispo de Cuenca (1128-1208), le acompañó en su labor de apostolado durante el siglo XIII. En su peregrinaje, se dedicaba a realizar cestos de mimbre que cargaba con trigo y otros alimentos que repartía entre los pobres. Era tanto el trabajo que realizaba cargando los cestos que terminó con problemas musculoesqueléticos a nivel lumbar. Debido a esto es invocado por quienes padecen de problemas óseos, lumbalgias y dolor de riñones. El pueblo buscando remedio a estos males, iba a refregar o restregar la espalda por su sepulcro.

De manera que el peregrino, creyéndose protegido del dolor renal, con el dorso enrojecido, pero todavía dolorido por el mal de la piedra, prosigue su senda, desde la Catedral de Burgos al Monasterio de Carrión.

San Zoilo y las enfermedades renales. Historia y tradición.

De los primeros mártires del cristianismo solo se conocen algunos datos por la historia y sobre todo a través de la tradición. Nos remontamos a la época ya en declive del Imperio Romano, cuando el emperador Diocleciano (284-305) intentaba la reunificación religiosa.

La referencia más antigua que existe de Zoilo está en el Himno IV del Liber Peristephanon del español Aurelio Prudencio (348-410), en el que relaciona a casi treinta mártires, en su mayor parte españoles: Corduba Acisclum dabit, et Zoellum.

Posteriormente, en el año 613, un noble visigodo llamado Agapio o Agapito II fue elegido obispo de Córdoba (614-618) en el reinado de Sisebuto (612-621) y se cuenta como tuvo un sueño revelador del lugar donde se encontraban los restos de Zoilo y sus compañeros. Recuperados sus restos, fueron llevados a la iglesia de San Félix que desde entonces se llamó de San Zoilo, de donde serían trasladados siglos más tarde por el conde/infante Fernán de Carrión en el año 1070. El noble, perteneciente a la familia de los Beni Gómez, conocedor de la devoción de su madre por el mártir, hizo posible la llegada de las reliquias.

El hallazgo de tres piezas, una arqueta conservada en el Museo Arqueológico Nacional y dos telares conservados en la sacristía de la Iglesia del Monasterio de San Zoilo en la localidad palentina, proporcionan abundante información sobre las circunstancias en que fue realizado el traslado.

El pueblo cordobés, en general, aceptó el carácter milagroso de las reliquias y de esta forma se le considera por los creyentes como el patrón “protector” de diversas dolencias y en especial las que afectan a los riñones. En la capital andaluza se conserva, en la actualidad, una calle denominada San Zoilo con casas, en las que según la tradición vivió el santo, y se mantiene la veneración al llamado “pozo de San Zoilo”, a cuyas aguas se atribuyen “milagrosas” curaciones de los males renales ya que según la creencia popular a este pozo se “arrojaron los riñones del mártir” después del suplicio.

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