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Pobre clase media

    LOS muy ricos se las arreglan muy bien ellos solitos; los que no llegan a ser pobres, pero andan cerca de serlo, suelen acodarse a políticas de solidaridad, pero las clases medias de toda la vida aguantan carros y carretas, no sólo en España, también en muchos otros países, incluidos los europeos. En definitiva, son las ubres de la fiscalidad y mucho me temo que lo seguirán siendo, en estos momentos bajo la letanía de arrimar el hombro.

    Un organismo tan poco sospechoso de subversivo como la OCDE afirmaba no hace mucho que la clase media es sufridora, y ahora, con la pandemia, entra en vías de extinción, al menos como la habíamos conocido. Y no hay sociedad próspera y cohesionada sin un ancho colchón de clase media.

    Y si lo anterior es muy preocupante, podemos aún añadirle ciertos presupuestos ideológicos, en aplicación rampante, que llevan inexorablemente a sociedades más igualitarias, “por abajo”. Y como diría un marxista clásico, una peripecia de la historia; un contratiempo, vaya.

    Contratiempo que está suponiendo, allí donde el Estado del Bienestar es más débil o, simplemente, no existe, que gente que hasta hace un año se desempeñaba con holgura, hoy acude a los comedores de beneficencia. Si la gestión pública de las políticas de relanzamiento es eficiente, volveremos a una senda de crecimiento. El problema está en el plazo, porque lo que en una serie histórica puede ser casi anecdótico, en la vida de la gente no lo es.

    Se nos anuncia una reforma fiscal y hay que estar prevenidos. Porque se hará bajo la urgencia que dicta la situación, es decir, la sacrosanta recaudación, imprescindible, pero que no ha de conseguirse olvidándose de la justicia. La progresividad fiscal formal gratifica muchos arbitrismos, pero pocas veces acaba contribuyendo decisivamente a la igualdad.

    El escenario macroeconómico, al lado de las angustias empresariales y las de las economías domésticas, no ofrece el cuadro más adecuado para ignorar los costes de la imposición, cosa que suele ocurrir cuando una sociedad está tan polarizada que excluye la ponderación, consiguiendo con toda probabilidad lo contrario de lo que busca.

    Esperemos que impere el sentido común, que se excluyan los dogmatismos y que se diseñen políticas que recuperen amplias capas sociales, o lo que es lo mismo, que la extensión de las clases medias sea el testimonio y el resultado de la aplicación de políticas solidarias, pero también eficientes.

    14 abr 2021 / 01:00
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