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Por oro, que no quede

En la última clase que di en la Universidad CEU-San Pablo de Madrid, y después de treinta años de cuerpo y mente en el aula hablando de Literatura Comparada y Universal, me despedí, sin siquiera citarlo, con una definición de la palabra oro que había encontrado hacía tiempo en un relato breve de Leon Tolstoi. Oro, ese metal amarillo que pierde en seguida el color... Sin entrar en mayores consideraciónes. Al final de la clase y ya fuera del estrado, a alguien que me interrogó sobre la intención del recuerdo de Tolstoi, le regalé la decepción semántica: “Pero ya sabe usted que “tampoco es oro todo lo que reluce...”

Me vino todo este desvío arrastrado por la lectura del último periódico del día, El Progreso, que se edita en Lugo y tiene enjundia todos los días, a veces publicando cosas aparentemente extrañas o sin valoración moral alguna, otras veces afinando la semántica imaginativa por aquello del mal gusto, que no le va al diario lucense y siempre ha evitado. Hace ya años colaboré en el diario hasta que ahora se ha convertido en simple hábito e inclinación de viejos lazos sin lucro.

Hace unos días enriquecí mi archivo de recortes del ‘Grupo Chus’ -yo me entiendo el denominativo, sin malicia- cuando leo que los cuitados admiradores de la obra literaria -al parecer poco loada todavía- de la difunta Almudena Grandes, habían salido con nocturnidad y amor, a protestar de nuevo porque el Alcalde Madrid ha ofendido la memoria de nuestra querida difunta negándose a nombrarla hija predilecta de la capital donde naciera y feneciera la escritora, esposa del ahora viudo director del poderoso Instituto Cervantes, incluido el de Moscú. Por cierto, me pido el puesto, si hay vacante, y me acerco allí en cuanto me lo permita el zar Putin y me ordene el poeta Luis García Montero, que así es su nombre afortunado. (Por cierto el presidente ruso parece que fue turista en la Costa del Sol de España y hasta tuvo palacio-bunker de seguridad en ella).

Los poetas, con dinero del Instituto Cervantes, que debe de ser cuantioso, han vuelto a las andadas y parece que esta nueva salida que han teatralizado mientras los Reyes entregaban treinta y tres medallas más de oro a las Bellas Artes en el auditorio Baluarte de Pamplona. Me han dejado de piedra algunos nombres, que no voy a declinar, y también echo en falta en la lista algunos otros. Como ignoro por que y no pienso mencionarlos, quede ahí la escueta sorpresa de la ausencia. Creo que los Reyes no debían haber ido a semejante sarao.

Pero, mira por donde, acabo de escuchar que la estación de tren de Atocha va a llamarse, de pronto y sin saber por qué, estación Almudena Grandes. ¡Lo que nos faltaba? Ignoran estas señoras que el nombre de Atocha es el de la segunda patrona de Madrid, que tres son, Almudena, Atocha y Paloma. No vale la pena añadir un regalo más por una supuesta nueva onomástica. ¿Ya saben lo que cuesta bajar la cuesta de la cripta jugándose el físico en el empeño...¡Y pensar que no quisieron, en su día llevar los restos de Franco de la basílica del Valle, de la iglesia en la que manda Cantera... porque era lugar peligroso y propicio a las manifestaciones de los carcas de Blas Piñar! ¡Pobre! ¡Que buena persona era el notario don Blas, funda dor de Fuerza Nueva!

Pero, a lo que iba: ¿Tendrán que venir los rusos de Putin a la inauguración de la placa de Almudena? Estará al lado mismo de la cripta. Antes, el ministerio de Hacienda podía indagar un poquito de dónde salen tantos empeños en kilos de oro para tanto automedalleo. Pero, no se preocupen... Que nos devuelta Putin el famosísimo oro de Moscú que se llevaron, decían entonces, perdida la Guerra Civil y cuesta arriba, los abuelos de Putin a Moscú.

06 mar 2022 / 01:00
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