Preocupante panorama
POR más que queramos evadirnos de la realidad social y económica del mundo en la actualidad, tras las secuencias de la terrible pandemia de coronavirus y, más recientemente, de los perniciosos efectos que está produciendo la guerra en Ucrania, es lo cierto que el mundo en general y España en particular se encuentran en una situación harto delicada que exige grandes dosis de entendimiento y de prudencia, a fin de soslayar, de la mejor manera posible, los perniciosos efectos que, inevitablemente, nos van a deparar ambos desgraciados acontecimientos.
Si se examinan los datos económicos que emiten los organismos especializados en la materia se advierte que España se halla en el puesto número 15 por volumen del PIB a nivel mundial, manteniendo un porcentaje “per cápita” de deuda pública del 118,4%, lo que se viene a traducir en una pérdida del poder adquisitivo por habitante, a lo que hay que añadir que la tasa de IPC en julio de este año 2022 alcanzó el 10,,8% y que se acusa un muy elevado nivel de desempleo a nivel mundial. Si a esto se une el empeoramiento de la economía en países de nuestro entorno occidental, a expensas, todavía, del impacto de otros incrementos, aún inciertos, como los que pueden derivarse del suministro del gas ruso y del alza en los tipos de interés, fácilmente se alcanza a comprender que la situación socio-económica de nuestro país se revela, todavía, bastante preocupante, siendo revelador de todo ello el que propio Gobierno español hubiera reducido de un 7% a un 4,3% el nivel de crecimiento a escala nacional Y, pese a que la tasa de desempleo pueda haber mejorado con carácter claramente coyuntural en esta época de verano, sin dificultad, se concluye que la situación socio-económica de nuestro país se revela preocupante y necesitada de unos consensos desinteresados que logren reencauzar el nivel de vida de los españoles. Y es que no cabe ignorar, por otra parte, el desmesurado incremento de los precios en los productos básicos que imponen, de forma ineludible, un claro retraimiento en el consumo ciudadano.
Ante un panorama económico como el que, muy sintéticamente, se deja expuesto es lógico que cunda la preocupación en la ciudadanía que asiste perpleja y hondamente alarmada ante una situación de manifiesto empobrecimiento personal y familiar. Para quienes se hallan en situación de poder trabajar les acucia la necesidad de encontrar empleo en un mercado laboral cada día más reducido por la impronta de las nuevas tecnologías y el natural reparo de los empresarios a cubrir las plantillas de trabajadores y a quienes se hallan ya jubilados se les intensifica el agobio de la insuficiencia de unas pensiones, ya de por si bastante escasas en su cuantía, pese a las largas etapas de cotización, con lo que la población en general está sufriendo un manifiesto deterioro económico al que habría de ponerse remedio desde una doble perspectiva, de solidaridad social en primer término y de adecuado reparto del gravamen que comporta hacer frente a la situación socio-económica creada desde una perspectiva de rigurosa justicia social.
Solo así se podrá superar la situación de crisis en el marco de un Estado que se define como social y democrático de Derecho.