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Presupuestos con tufo electoral

    AL día siguiente del anuncio en modo triunfalista, lo habitual, de las grandes cifras de los presupuestos del Estado para el próximo año se publicó, ayer, el informe trimestral del Banco de España, cuyas líneas generales contradicen la euforia gubernamental. Mientras el Gobierno dibuja un futuro esplendoroso con sólido crecimiento económico, la autoridad financiera reduce drásticamente las previsiones para el próximo año hasta el punto de acercarnos al estancamiento. ¿Por qué esta divergencia en el análisis tan clamorosa? Sencillo: hay elecciones a la vista.

    La campaña para las generales de finales de 2023 –incluso podrían celebrarse en enero de 2024– comenzó hace mucho tiempo. Cada actuación o intervención de Sánchez está tiznada de tufo electoral. Para resistir hasta el final de legislatura podría, simplemente, prorrogar los actuales. Su silla no corre peligro porque, al igual que en todo su mandato, ya superó el cuatrienio, no es posible conformar en el Parlamento una mayoría alternativa. Pero resulta que las encuestas no le resultan favorables por lo que para tener opciones de repetir en el cargo utiliza todos los medios propagandísticos, públicos y de partido, a su alcance.

    Los presupuestos, mejor dicho, el papel sobre el que se ponen cifras y letras puede con todo. Y más en estos tiempos en que ya ni en papel se graban los números. Se diluyen en la nube. Cerca tenemos un ejemplo. Una de las mayores partidas presupuestarias relativas a Galicia en los últimos años fue la de la autovía Lugo-Santiago. Tenía que haber estado terminada hace casi una década y todavía hemos de esperar al menos otro bienio para verlo, según previsiones del ministerio en cuestión.

    Parece que la medida estrella de las cuentas es el mantenimiento del poder adquisitivo de los pensionistas. Sería un insulto que después de haberlo perdido en años anteriores continuara bajando, máxime cuando el Gobierno presume de tener la caja de Hacienda a rebosar gracias, conviene no olvidarlo, a la inflación desbocada. Si los impuestos fueran sociales como se nos machaca, las pensiones más bajas, cuando menos, debieran recuperar poder de compra. Porque, además, los precios están disparados por encima de la media, precisamente en aquellos productos de primera necesidad, los más requeridos por los personas vulnerables.

    Los funcionarios continuarán perdiendo poder adquisitivo. A este ritmo Sánchez va a dejar en buen lugar a su admirado Zapatero cuando en 2009 redujo los salarios públicos en más del 7 por ciento. Y no hablemos de los trabajadores del sector privado, cuya media salarial es un 33 por ciento inferior a la de los empleados públicos y verán aumentadas sus nóminas bastante por debajo. El Gobierno dirá que no tiene competencia en la materia por ser cosa de patronal y sindicatos, pero influencia no cabe duda de que puede ejercerla.

    ¿Y cómo vendrán para Galicia? Por la experiencia de los dos últimos ejercicios no podemos ser optimistas. Los recortes con la etapa anterior fueron brutales, justificados en que se habían terminado las obras del AVE. Cierto, aunque parcialmente, porque el tren de alta velocidad solo llega a Ourense. Lugo y Ferrol no existen, la llegada a Vigo por Cerdedo está en un cajón y la conexión con Portugal solo esté en la mente del Gobierno luso. Me temo que la partida estrella para Galicia sea la autovía Santiago-Lugo. Aplaudamos.

    05 oct 2022 / 22:26
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