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Pudo haber cajas rurales

    LAS cajas rurales en tiempos de la dictadura se definían como sociedades cooperativas con el objetivo de fomentar el ahorro de sus socios destinado a préstamos para las actividades del campo. Desde 1981, dada su conformación como cooperativas, son de competencia exclusiva de Galicia regidas por la ley 5/1998 de Cooperativas.

    Pero, pese a su acreditada importancia en la financiación de los sectores primarios, como en Euskadi, el cooperativismo de crédito tiene en Galicia una endeble difusión. Su implantación fue tardía. Todas las cajas fueron constituidas con carácter provincial. La de Ourense fue fundada en 1961, la de Lugo (actual Caixa Rural Galega) en 1966, la de Pontevedra en 1971 y la de A Coruña en el año 1977.

    Su trayectoria fue muy desigual, pues tanto la de A Coruña, con muy escasa implantación, como la de Pontevedra, esta sí con una amplia red de oficinas en la provincia, se ven afectadas de lleno por la crisis bancaria de los años ochenta, desapareciendo la primera en 1986 y la segunda en 1987. Las dos fueron absorbidas por Caixa Galicia, previa intervención por el Fondo de Garantía de Depósitos, de quien recibieron ayudas para su saneamiento. Queda cómo única representante del sector Caixa Rural Galega, con intensa implantación en Lugo.

    Por lo que se refiere a la de Ourense, fue fundada por la Unión Territorial de Cooperativas, concretamente por su entonces gerente Eulogio Gómez Franqueira. En su época llegó a ser la de mayor dimensión, con diferencia, de las rurales gallegas, con 47 oficinas en la provincia. La importancia en la provincia del grupo Coren explica el crecimiento paralelo de esta entidad. Pero, por acuerdo de sus órganos sociales, la absorbe Caixa Galicia en el año 1988.

    La crisis de las rurales se debió principalmente a la coincidencia de sus socios con sus clientes, lo que limitaba operar con la debida ortodoxia bancaria, teniendo como consecuencia una concentración de riesgos excesiva, un elevado porcentaje de fallidos y un excesivo encarecimiento de los recursos ajenos.

    También fue consecuencia de la desidia de los gobiernos gallegos del período en el fomento de estas organizaciones que, en la actualidad, es la única que mantiene su red de oficinas en la Galicia despoblada, incluso sin recibir subvenciones para el mantenimiento de cajeros automáticos.

    En su momento se valoró positivamente la integración de las otras tres en Caixa Galicia, pero ahora vemos que de nada sirvió, cuando quizás hubiera procedido su fusión, previo rescate de las dos más débiles y disponer de dos rurales potentes con sedes en Lugo y Ourense. Quizás la miopía y/o la defensa de intereses expurios lo impidió. Lo que pudo ser y no fue.

    22 nov 2022 / 01:00
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