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Putin consagra
la anexión

    PRIMERO el reconocimiento formal de la independencia de las regiones ucranianas de Zaponiya y Jersón, que se suma a las de Donetsk y Lugansk, y luego la firma de los tratados por los que Rusia se anexiona esas cuatro regiones, que suponen el 15% del territorio ucraniano, el 20% si se suma Crimea, que mantiene ocupadas militarmente desde que Vladimir Putin, desató la “operación militar especial” para hacerse con esos territorios de población mayoritariamente prorrusa.

    En el colmo del cinismo el Kremlin justifica la anexión en la voluntad del pueblo de esas regiones expresada en unos referéndum ilegales y fraudulentos realizados entre el 23 y el 27 de septiembre en los que el número de síes logrados, superiores en todos los casos al 95% de los votos emitidos, demuestran hasta qué punto estaban teledirigidos. Las alusiones a que esos actos se realizan de conformidad con los principios y normas del Derecho Internacional, o que sea una aplicación del principio de la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos, consagrado en la Carta de la ONU demuestran que no se pueden decir tantas falsedades en cuanto al respeto de la legalidad internacional y al desprecio a la comunidad internacional.

    Pero hace tiempo que a Putin le importan muy poco la legalidad internacional, las recriminaciones y las reprimendas de la ONU, ni tan siquiera las sanciones económicas de la Unión Europea, y mucho menos las presiones internas y que decenas de miles de los hombres que pueden ser llamados a filas para combatir precisamente en esas regiones huyan o traten de hacerlo por las fronteras del país antes de que sus vecinos las cierren a cal y canto. Porque no está dispuesto a que nada ni nadie le detenga en su camino expansionista, en el que ha logrado unir Crimea, anexionada en 2014, con el resto de las regiones prorrusas.

    Vladimir Putin no ha tenido empacho en firmar la anexión de todo el territorio ucraniano mencionado a pesar de que en algunas de las regiones no lo controla en su totalidad. Y lo ha hecho en este momento es porque quiere tener nuevas herramientas en su mano para frenar el avance militar del ejército ucraniano que se ha producido en las últimas semanas en las que ha recuperado territorio que había quedado bajo administración rusa.

    A partir de ahora no es lo mismo que Ucrania trate de liberar su territorio como que ataque territorio ruso y esa es la coartada que se combina con la amenaza del uso de armas nucleares, que el Kremlin no ha dejado de utilizar para amedrentar a la comunidad internacional y que ha repetido recientemente el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en Naciones Unidas.

    La incógnita es si Putin será capaz de utilizar armas tácticas sobre Ucrania y quizá sobre otros países proveedores de armamento a Kiev que han cambiado el curso de la guerra. La anexión de las cuatro regiones ucranianas lejos de calmar la tensión la exacerba y es una piedra más en la escalada de un conflicto al que no se le ve fin en un horizonte cercano. Nadie puede fiarse de las reacciones de Putin y menos a partir de ahora.

    02 oct 2022 / 01:00
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