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Quitarle gravedad
a la vida

    PERDONEN que tenga un poco de fijación con esto de los viajes espaciales, pero es que no encuentro un tema más atractivo. Ni más novedoso. Creo que hay un salto brutal en el hecho de que ahora viajar al espacio ya no venga firmado por grandes empresas, instituciones, corporaciones, lo que sea, sino por unos tipos particulares que, de acuerdo, han creado sus macroempresas, pero parece que viajan más bien a título personal.

    Aunque no tengo dudas de que, si llegaran a la Luna, o a Marte, cualquiera de ellos pondría allí su logo. Dicen que muy pronto habrá mucha paquetería que enviar a la Luna, y cuando eso ocurra ahí estarán estos grandes transportistas, ahora transportados, no aún teletransportados, aunque todo se andará, para ampliar las fronteras de su negocio.

    De momento parece un capricho de rico, pero con tecnología. Quiero decir que hubo que desarrollar esas naves, ese despegue fulgurante hacia la puerta del espacio, no es que estos hombres se lo encargaran a otro. Creo que así avanzó la ciencia en el pasado. Leonardo estaría encantado de encontrarse aquí, pero hay otros Leonardos en marcha, estoy seguro: y unos mecenas que pagan, claro.

    Me gustó ver a Bezos tocado con su sombrero, no de ir a segar, sino algo vaquero, en plan última frontera. Hizo portada en muchos rotativos. Y cumplió con eso de hacer el transporte rápido, seguro y con vuelta, como si siguiera la filosofía de la empresa que en su día fundó. Vivimos en la edad de la paquetería, queridos: todo es paquetería ahí fuera, yendo y viniendo.

    Bezos, Branson hace tan sólo unos días, y pronto Elon Musk, el más soñador y quizás extravagante, están enzarzados en una carrera maravillosa que sólo ellos pueden pagarse, de acuerdo, pero que supondrá un cambio, no sé si para la exploración espacial, pero sí para el turismo del futuro inmediato. Vimos a Jeff Bezos gozando de la ingravidez real, no simulada, porque seguramente esa sea una de las sensaciones de libertad más potentes, perder la gravedad, sobre todo la inmensa gravedad de los asuntos con los que a menudo tenemos que lidiar aquí abajo. Es como meter millones y sueños por jugar, el mayor deseo humano, y el ansia de vivir lo desconocido (cuando ya lo tienes casi todo). Pero con seguridad que esta aventura de millonarios terminará quizás en una nueva forma de viajar, caso de tener diez minutos libres y una pasta gansa.

    Bezos dio las gracias a los clientes de Amazon por haber pagado el pasaje. Se agradece la sinceridad y el reconocimiento. Algún día todos volaremos allí: de momento, los paquetes volarán hacia nosotros. Lo de Bezos y demás magnates se parece mucho a ese intento de convertirse en algo menos terrenal. Salir disparado hacia arriba, como cuando volábamos de niños, peros in despegar los pies del suelo. Ya adultos, no nos conformamos con los vuelos de la imaginación. Queremos tocar el cielo con las manos.

    Sólo algunos pueden, y eso indica su privilegio. Lo terrenal es ahora mismo algo duro e incluso inmisericorde. Estamos tan embebidos en esta realidad difícil, envueltos en tantos miedos y mezquindades, en nuestra escasa capacidad para la felicidad, que entiendo muy bien esa necesidad del millonario de salir pitando de este carajal, aunque a él le vaya bonito.

    Es verdad que luego hay que volver, porque de momento, aunque cada vez menos acogedora y más amenazante, esta es nuestra casa. Todos queremos volar al espacio, perder las amarras y el plomo de las alas, quitarle gravedad a nuestra vida.

    22 jul 2021 / 01:00
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