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Recordando a Churchill

    NO puedo negar que viendo y escuchando lo que llega de la isla, la misma que en el canal separa el vaporoso paisanaje de la neblina que nos aísla voluntariamente a aquélla y al continente, el drama político recuerda a no pocos cambalaches en la sucesión Chamberlain y Churchill y como entre bambalinas se urdía la pronta caída del posteriormente Nobel de la paz y que tuvo que saber lidiar desde el primer momento, sobre todo, con los suyos. Laboristas y conservadores y aquellas viejas rencillas entre torys y whigs.

    Y máxime tras las idas y vueltas del siempre tenaz, orgulloso y sobre todo, inteligente y contradictorio a la vez Winston Churchill. A Liz Truss han sido los suyos, aquellos magníficos enemigos de que hablaba Churchill los que, desde el primer momento, emponzoñaron el camino. Y es que para completar la cita, los adversarios están en frente y los enemigos en tu propio partido.

    Dejemos al margen la cualificación, preparación o no de la ya dimitida premier y su competencia y destreza para aclamar el barco a la deriva en que su antecesor no solo metió a su partido sino a todo el país. Pero no hay más ciego que el que ve y se empeña en no querer ver. Ha querido el destino que fuera ésta la premier que presidió Downing st., en la muerte de la jefe de Estado. Y por ello y por solo 45 días de efímero, fugaz y tal vez desperdiciado paso, será recordada en un huequecillo de esos de última página en la historia da la política inglesa.

    Muchos se preguntarán que tras dos dimisiones la retención del poder se suceda en los cambalaches y múltiples intereses de un partido y no se convoquen elecciones, pero el sistema político y electoral británico lo permite. Y con ello un cierto divorcio estos días, semanas y meses con la sociedad británica. Nosotros no tenemos ni mejor pero tampoco peor sistema, y cuesta lo suyo. Pero aquél además se encastra en el sistema del principio mayoritario y no es tan representativo como el nuestro por mucho que mancillemos el sistema o ley D’hondt o tratemos n veces de propalar remedios y variables que lo corrijan.

    Reino Unido ha entrado en tiempos difíciles y convulsos desde antes incluso de la salida de la Unión. Perdidos ciertos referentes y cierta brújula, la política interior incendia el panorama y la realidad y sobre todo ya no permite endilgar culpas ajenas como otrora hacia Bruselas. Truss era ferviente defensora de la salida de la UE.

    Gestionar ésta ya se ha llevado a cuatro primeros ministros por delante toda vez que uno propuso a la ligera aquel nefasto referendo pero que fue el jolgorio para una generación de mayores británicos que no quisieron escuchar a los jóvenes. Veremos si el nuevo jefe de Estado es capaz de cohesionar el silencio quejumbroso de un viejo imperio a modo de tímida red de estados con un protocolario jefe de estado simbólico commonwelthiano.

    Lo que hoy sucede en Londres es política pura. Atentos al espectáculo. Nosotros, latinos, como los italianos, no somos los únicos en ofrecerlo.

    21 oct 2022 / 01:00
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