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Residentes y artistas en el pazo de Goians

Le debo al tiempo mil horas... y lo importante es reconocer la deuda. Y después... ahora, debo comenzar a trabajar en serio, como he intentado hacer siempre. Ahora, el paso del tiempo de la vejez profunda me hace más crítico conmigo mismo. Me parece que se escribe demasiado y yo soy uno de los que pecan de exceso. Pero quiero recoger y hacer valer mi tiempo, con la ilusión de hacer algo de provecho, por más que sé que aspiro a un imposible en medio de una turba valiosa de escritores que piden, con razón, que les dejemos el espacio que ya es suyo.

Perdón si digo algo nuevo y casi acabado: un grupo de jóvenes artistas está a punto de clausurar una exposición valiosa de distinta raigambre matérica, que vale la pena visionar antes de que acabe el mes en la Torre de Goians, en Boiro y que yo mismo he visto a contratiempo. Espero volver ahora. Así que, aunque conozco algunas de las obras allí presentadas, de procedencias bien distinta, perdí el tiempo otoñal del mes de octubre y aviso del despiste, con propósito de enmienda. Sobre todo, porque lo que intentan estos jóvenes, bien llevados por el camino de las dos Marías, Outeiral, concejala de Cultura del ayuntamiento, y María Magán, directora de la pequeña sala de exposiciones La Doce, en el centro de Boiro, es sentar plaza de continuidad donde lleva trabajando denodadamente un tiempo respetable, sin desánimos y con nuevos deseos de expansión. María Magán tiene estudios y títulos suficientes para llegar a buen puerto, al margen del poco espacio y la falta posible de rentabilidad en su esfuerzo. Lo digo por el nivel artístico. Finalmente, acudí hace unos días, con la sana intención de saldar algo de mi arrastrado tiempo que me exige mi maltrecha espalda.

No entro en detalles. Me puse en la cola para ver una variedad de arte sin remilgos y con ambiciones únicamente de rentabilidad artística. Y no es esta valoración un detalle de agradecido hijo de esta tierra ahora mojada de mi cuna de Boiro. Creo que me he salido con la mía: ver el arte ofrecido merece la pena, aunque no tengas ni años ni fuerza para hacer la peregrinación al pazo de Goians.

N.B. Hace unos años, como treinta, con la ayuda de los chicos de la casa y de amigos, creamos, para el Colegio de Abogados de Madrid, una colección de la mejor y más importante literatura universal eligiendo, con nuestro criterio, los cincuenta textos de literatura universal, con traducciones propias o venidas de París y otras en su propia versión original, en caso necesario en dos tomos, para no dejar nada en el camino y siguiera figurando al tamaño elegido, sin destacarse unos volúmenes de otros.

Así hicimos hasta los cincuenta volúmenes, que tiró la veterana imprenta de Madrid de Rufino García Blanco e hijos y para ello usamos nuestra propia editorial, nuestro propio sello, que ya lo teníamos. Se llamaba editorial Torre de Goyanes. Lo teníamos a nuestra izquierda cada vez que salíamos de Boiro rumbo a la Puebla, a Ribeira o a Corrubedo: Torre de Goyanes, el pazo entonces en ruinas que compró Boiro, su Ayuntamiento, y que, en estos momentos, está realzando en sus valiosas estructuras.

La colección recibió el premio “Ángel Herrera, a la mejor labor de investigación en el área de Humanidades del curso dos mil tres” .... ¿Por qué les muestro este trayecto final de mi vida profesional?, solamente para que vean lo vinculado que me siento al viejo edificio. Pasen y entren en Goians. Sin acabar la restauración, hoy ya está en marcha. Aquello se puede ver y admirar. Y no digamos la finca, con su muelle a la ría de Arosa. Aunque echo en falta la culebrina de la Torre. Que jugando de muy pequeños disparábamos al cielo... contra los piratas que querían guerra y riquezas. Piratas del Norte.

06 nov 2022 / 01:00
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