Revuelto de sinrazones

TRATAN ciertos medios y politólogos de desprestigiar a la coalición de izquierda tildándola nada menos que de Gobierno ilegítimo o de contra natura. Descalificaciones que, sobre no tenerse de suyo en pie, acusan a los autores de chapuceros.

Que un Ejecutivo salido de elecciones generales que cumplieron todos los requisitos que marca la ley para asegurar su limpieza sea puesto en entredicho por la Oposición que aspira a ser alternativa, no resulta presentable. La única explicación racional que se encuentra es el mal perder de los partidos que se creen los dueños del país y no resisten que sean otros los que lo administren. Patético su írrito intento de convencer al personal de que solamente ellos están titulados para ese cometido.

Tampoco tienen sentido colgarle el sambenito de antinatural simplemente por estar integrada la coalición por un partido que sus enemigos gustan de definir como comunista. No se entiende ni bien ni mal, ni de ninguna manera, que quienes se las dan de formadas en la materia desconozcan que dicha ideología política no está prohibida en España. (Es justo reconocer el acierto del presidente Suárez al decidir la legalización del PC, cuya moderación facilitó el consenso que concibió la democracia).

Bien filosofado el asunto, se encuentra una explicación a la denostada coalición entre socialistas y comunistas al hispánico modo: ambas formaciones comparten caladero electoral por su colindancia ideológica, por lo que cabe imaginar que la misión histórica de Unidas Podemos sea frenar y revertir la deriva neoliberal que perpetraba el PSOE anterior al del actual secretario general. No es descabellado sospechar que ese sea el temor de las derechas disfrazadas de centristas.

La democracia exige de la Oposición que critique al Gobierno de turno, con solo dos condiciones: que las críticas formen parte de una estrategia de sesgo constructivo y sean fundadas. No parece que se cumplan en el caso comentado.