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Rueda, Pontón y Formoso: hacer país

    ESTÉN seguros de que ninguno de los tres protagonistas del diálogo iniciado este pasado lunes esperaban obtener mayores resultados. Me refiero a los encuentros, por separado, de los líderes de la oposición con el presidente de la Xunta. Hubo puntos de aproximación y otros de total discrepancia. Como la finalidad no era aprobar leyes sino conocerse, puede decirse que la cita cumplió su cometido. No fue una pérdida de tiempo. La foto fue útil para los tres. Más para Rueda y Formoso que para Pontón, aunque algo también. Hago la distinción porque en el seno del BNG algunas políticas de distensión causan sarpullidos en la parte más dogmática del nacionalismo.

    El diálogo es un valor siempre que sirva para algo. En este caso, más que la solución a cuestiones concretas –no era el lugar adecuado– ayuda a sostener la estabilidad política en Galicia en tiempos de grandes desafíos e incertidumbres provenientes de causas externas (pandemia, guerra en Europa, incrementos desbocado de los precios,...) en contraste con la inestabilidad imperante en otros ámbitos, entre los que figura de manera destacada el Estado Español.

    El terreno político gallego, tras el ligero y efímero movimiento de marcos que supuso la irrupción del fenómeno de las mareas, mantiene sus coordenadas: Un partido gobernante de centro derecha con guiños al galleguismo y una oposición formada por socialistas y nacionalistas, con exclusión por mandato de los electores tanto de la extrema derecha como del populismo izquierdoso.

    Los encuentros del lunes tuvieron la virtud de emitir algunas señales fáciles de captar. Rueda, manteniendo el rumbo, muestra su propio estilo de conducción. Se esfuerza en demostrar que la gran mayoría parlamentaria que le respalda no le impide escuchar a los demás. E incluso ir más allá cuando se se trate de asuntos de estado. De estado autonómico, claro.

    El más beneficiado del encuentro es Formoso, en primer lugar por ser el menos conocido. Al líder socialista le sirve para que se visualicen las diferencias con el BNG, que por supuesto las hay y pasaban desapercibidas con su antecesor Caballero. Ello no significa que vayan a dejar de ir juntos en municipios o la Xunta si la suma da, pero es bien diferente ser primero que segundón. No recuperar la hegemonía de lo que es hoy la oposición sumiría a los socialistas gallegos en la irrelevancia.

    Y Pontón, por las referidas suspicacias internas y porque ya es conocida, no obtiene el mismo beneficio que los dos anteriores. Tampoco puede negarse a hablar. No lo entendería el electorado no nacionalista, numeroso, que vota al BNG por galleguismo y no por ideología.

    Como en este caso, rememorando a McLuhan, puede decirse que el medio es el mensaje, las formas son más importantes que el fondo, aunque tampoco conviene despreciarlo. No nos engañemos. Difícilmente habrá acuerdo en materias, por muy importantes que sean, cuya responsabilidad recae en el Parlamento o la Xunta. Sí puede, y debería haberlo, en aquellos asuntos con implicación exterior. Me refiero a las relaciones con la Administración central y europea. O con otros países, especialmente con Portugal y aquellos con mayor presencia de emigrantes gallegos. En estos casos, consensuar una política de país redundaría en beneficio propio, de los tres, y ajeno, de todos los gallegos. ¡Anímense. Hagan país!

    09 jun 2022 / 01:00
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