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S. M. la reina Isabel II postrada ante el altar del Apóstol

Por José Carro Otero, De las Academias Nacionales de la Historia y de Bellas Artes de España y de Portugal. De la Academia de la Historia de la República Dominicana

En el verano de 1858 la Reina Doña Isabel II realizó un largo viaje desde Madrid, con regreso a la misma capital, para visitar las principales poblaciones de Castilla, León, Asturias y Galicia. De todo ello escribió la correspondiente memoria, expresamente designado a tal efecto, el ilustre intelectual D. Juan de Dios de la Rada y Delgado de quien tomamos muchos de los datos que siguen, históricamente poco conocidos.

La Reina efectuó dicho viaje acompañada por el Rey Consorte, Don Francisco de Asís de Borbón y sus hijos habidos en aquel momento: la Infanta Mª Isabel, de siete años y el Príncipe D. Alfonso, futuro Rey Alfonso XII, de un año obviamente al cuidado de “amas”, “ayas” y demás servidumbre precisa. El séquito de SS.MM., formado por más de 50 altas personalidades, y en el que se incluía un servicio médico integrado por tres doctores, dos boticarios y un sangrador, llegaron a Santiago de Compostela, desde A Coruña el siete de Septiembre donde permanecieron hasta la mañana del 10.

Su entrada en la urbe fue hacia las ocho de la noche, por la calle de San Roque, llegando hasta la Plaza de Platerías a través de un itinerario atiborrado de público y profusamente decorado mediante columnas, escudos, estandartes, “arcos de triunfo” y colgaduras en balcones y ventanas.

En la puerta de la Catedral sita en dicha plaza los esperaba el Cardenal-Arzobispo D. Miguel García Cuesta, acompañado por los Obispos de Ourense y Tui, así como por los miembros del Cabildo adecuadamente revestidos para la ocasión. Los Reyes entraron en el templo “bajo palio” y ya en la capilla mayor ocuparon sitiales bajo dosel y asistieron al rezo del “Te Deum”. Concluida la celebración litúrgica salieron del templo por la puerta del Obradoiro donde un coro infantil interpretó el “cántico”. Acto seguido se encaminaron a su alojamiento en dependencias del “Seminario de Confesores”, actualmente llamado Pazo de Raxoi, que había sido oportunamente habilitado a tal efecto.

Toda la Plaza del Obradoiro estaba ocupada por entusiástica muchedumbre que saludó la presencia de los Monarcas y fue correspondida por éstos desde el balcón del Palacio que da a la Plaza. Allí estaban, también diversas “comparsas” que interpretaban cánticos y bailes regionales. Todo ello acompañado por fuegos de artificio entre los cuales destacó una “fachada” de la misma naturaleza que antepuesta a la de la Catedral mostró diversas inscripciones alusivas a la visita regia.

Al romper la mañana un nuevo gentío, con similares “comparsas” más los “Gigantones” de la Catedral y “Enanos” (hoy se les llama “cabezudos”), de presencia obligada en determinadas celebraciones de especial solemnidad, vibraron al sonar la “Marcha Real” momento en el que apareció una procesión cívica que integrada por todas las autoridades presentes, nacionales y locales, acompañaron a S.M Isabel II y séquito regio a la Basílica, accediendo por la fachada principal donde se encuentra el “Pórtico de la Gloria”.

Entonces comenzó, en la Capilla Mayor, una “Misa de Pontifical” co-oficiada por el Cardenal-Arzobispo, sus Obispos sufragáneos asistentes, el Patriarca de las Indias (D. Tomás Iglesias y Barcones) y el Arzobispo de Cuba (D. Antonio Claret), estos dos últimos venidos desde Madrid formando parte del séquito real.

Concluida la solemne celebración litúrgica los monarcas visitaron, dentro del Templo, la suntuosa “Capilla de las Reliquias”, donde fueron obsequiados por el Cabildo catedralicio con cuatro ricos cuadros en los que podía verse la efigie del “Santo Apóstol”, elaborados en plata y oro por el prestigioso “taller orfebrero” de los Sres. Menéndez y Losada. Después y sucesivamente rezaron ante el “bordón” (báculo) del Apóstol y admiraron el “Gallardete” que perteneció a la nave capitana que mandó D. Juan de Austria en la “Batalla de Lepanto”, contra los turcos, año 1571, desplegado en la nave central del “brazo mayor” de la Basílica.

Hacia las tres de la tarde, después del almuerzo en “Palacio”, SS.MM. “recibieron corte” es decir saludaron de manera ordenada, protocolaria y solemne, a las personalidades que formaron su séquito durante el día; a las cinco se desplazaron al contiguo “Gran Hospital Real” para visitarlo con el sosiego y mimo que merecía tan ilustre y benéfica institución. Un paseo ulterior al parque de “La Alameda”, vistosamente adornada e iluminada, precedió a la “cena solemne” que se sirvió en el “Palacio” y a la que asistieron, invitados por los Reyes, los prelados y demás autoridades civiles y militares.

Isabel II y Francisco de Asís iniciaron esta jornada asistiendo a “Misa” en la Catedral desde donde realizaron, después, una visita a sus principales capillas. Fue aquí, en la dedicada a la “Virgen de la Soledad” cuando la Reina se desprendió de un rico aderezo de su tocado: cierto alfiler de oro con brillantes que ofreció a la sagrada imagen, en una de cuyas manos la depositó el Sr. Arzobispo.

Desde la Basílica los monarcas pasaron a la Universidad donde fueron recibidos por el Rector D. Juan José Viñas, quien presidía el claustro de profesores. Mientras, los alumnos del centro vitoreaban entusiásticamente a tan excepcionales visitantes, quienes no dejaron de hacer un recorrido pausado por los numerosos “gabinetes” del edificio y tras lo cual degustaron un delicado “buffet” que les fue gentilmente ofrecido.

Desde la Universidad se desplazaron para recorrer, sucesivamente, la “Casa-Hospicio” donde las “desgraciadas huérfanas” ofrecieron a la Reina, para sus dos hijos dos prendas de ropa por ellas confeccionadas y que justificaron con estos versos en lengua gallega: “as hospicianas de Santiago queren que vexa Alfonsiño, a mostra do seu cariño, e o mesmo sua irmán: pra ésta temos disposto un lenzo feito deprisa, e para aquel unha camisa, labores da nos aman”.

Del hospicio pasaron al inmediato templo de Santo Domingo, donde tiene su sede la “Ilustre Cofradía del Rosario” y ya desde ahí al Monasterio de San Martín Pinario donde estaba instalada una “Exposición Artística e Industrial de Galicia”. Aquí SS.MM. reposaron en una carpa, habilitada a ese propósito, donde se les obsequió con algunas piezas musicales interpretadas al piano y un “delicado refresco”.

En jornada agotadora pasaron de San Martín al cercano monasterio de San Pelayo de Antealtares desde donde fueron a la “Plaza del Hospital”, como entonces de llamaba habitualmente a la del “Obradoiro”, y en ella nueva sesión de fuegos de artificio enriquecidos con el espectáculo de un “globo aero-estático”. Siguió una función representada en su honor, en el “teatro” existente en la Rúa Nueva, concluida la cual los llevaron a “La Alameda” iluminada especialmente con faroles venecianos.

Hubo misa temprana en la Catedral y visita a la “Sala Capitular”, hermosa y artística dependencia donde tiene lugar las reuniones oficiales de los canónigos. Tras lo cual los Monarcas se dirigieron a la Iglesia y Convento de San Francisco desde donde se replegaron al improvisado “Palacio”, que fue su residencia en Compostela.

A las tres de la tarde, SS.MM. recibieron, en “audiencia de despedida” al Claustro de la Universidad, a la Corporación Municipal, presidida por su Alcalde D. Narciso Cepedano, y a otras autoridades y representaciones comunicando, en dicho acto, la concesión de 50.000 reales para ser distribuidos entre monasterios y conventos de monjas, casa-hospicio, colegio de niñas huérfanas, cofradía de San Vicente de Paúl y otras obras pías al servicio de los pobres.

S.M. Isabel II, familia regia y séquito emprendieron acto seguido viaje de regreso a la ciudad de A Coruña donde llegaron a las 10 de la noche.

Reforzando esta presencia jacobea de la Reina, en 1858, importa recordar que seis años antes, en 1852, que fue “Año Santo”, Isabel II se había hecho representar por su hermana la Infanta Doña Luisa Fernanda, Duquesa de Mompensier, en función de “Delegada Regia” para hacer entrega el día 25 de Julio, festividad de Santiago el Mayor, de la “Ofrenda Nacional de España” al Santo Apóstol por su condición de “Hispaniarum Patroni”.

17 abr 2021 / 01:00
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