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Saber mentir

    SABER mentir es difícil, pues exige que quien miente tenga buena memoria, pues la verdad se defiende sola; no así la mentira. Incluso la verdad se resiste a dejar de serlo frente a la mentira, pues esta solo se mantiene y vale mientras lo que expresa es creíble, es decir, contiene algo de verdad. El que dice la verdad no tiene que acordarse de nada; pero el que miente, se convierte en reo permanente de sus propias mentiras.

    Hay tres cosas que no se pueden ocultar por mucho tiempo: el sol, la luna y la verdad, según Buda y para Gracián, “el mentiroso tiene dos males: no creer ni ser creído”.

    Por eso dice Abraham Lincoln que “se puede engañar a alguien todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.

    Según el escritor norteamericano Mark Twain, hay tres clases de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas. Asimismo, en el lenguaje popular se dice que la mentira tiene las patas muy cortas, pues se coge antes a un mentiroso que a un cojo.

    Como dijo Aristóteles, “el castigo del embustero es no ser creído aun cuando diga la verdad”. Y, por su parte, Nietzsche afirmaba que “la mentira más común es aquella en la que un hombre se engaña a sí mismo”.

    Es evidente que, si me engañan una vez, suya es la culpa pero si me engañan dos veces, la culpa es mía. Como decía san Agustín, la verdad es lo que es, “verum est id quod est”. Por esto, mentir es negar la realidad.

    La verdad es indivisible, pues de un vaso que contenga líquido puede decirse que está medio lleno o medio vacío pero no así de la verdad, pues de ningún modo una mentira a medias puede ser una media verdad.

    En definitiva, puede decirse que “la verdad es la primera víctima de la guerra”, como dijo el gran dramaturgo griego Esquilo. Y esa misma idea, la repite el escritor inglés Arthur Ponsonby al afirmar que “cuando se declara la guerra, la verdad es su primera víctima”.

    En ese sentido, la mejor idea de la prudencia, tanto en el pensar como en la acción, se debe a Marco Aurelio cuando afirma que “si no conviene no lo hagas y si no es verdad no lo digas”.

    30 abr 2021 / 01:00
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