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Sánchez, desde Santiago para el mundo

    HOY Pedro Sánchez visita la capital de Galicia con motivo de la ansiada reunión del Real Patronato de Santiago. Estará acompañado por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y por el alcalde compostelano Xosé Sánchez Bugallo. Pero es la presencia del rey Felipe VI, junto con la proyección que ha tenido y sigue teniendo la ciudad del Apóstol, patrón de España, a nivel internacional, lo que debería provocar en el jefe del Ejecutivo central una reflexión sobre el papel de nuestro país en el exterior.

    La diplomacia no ha funcionado estos últimos años. Y los errores siempre pasan factura. No estuvo bien ningunear a Marruecos y no darle un trato preferente tras su llegada al Gobierno. Tampoco ha ayudado el desprecio que tradicionalmente le ha mostrado una parte de la izquierda a Estados Unidos y a sus grandes bancos, conglomerados empresariales y fondos de inversión; esos mismos a los que, paradójicamente, ha intentado cortejar estos días en Nueva York, Los Ángeles y San Francisco (y con los que debería hablar menos sobre política interior).

    Asimismo, ese exceso de mimo hacia contextos bolivarianos, castristas y populistas que irrita no sólo a la gran potencia norteamericana, sino incluso a la propia Unión Europea, ha contribuido a deteriorar nuestra imagen en el tablero internacional.

    Sánchez parece haberse percatado de la necesidad de reorientar nuestra política exterior. Y aunque, dados los deslices cometidos, el objetivo no será fácil, sí se vislumbra un cambio de actitud que se evidencia en el propio traspaso de la cartera de Exteriores a José Manuel Albares, tras los traspiés de la exministra Arancha González Laya. Lo que ahora necesita el presidente es generar confianza en mercados e inversores, proyectar seguridad jurídica, y asegurar nuestra solvencia económica. Todo ello habrá de hacerlo de manera coherente, para no motivar recelos ni desconfianza.

    Lo que no puede es visitar Letonia, Lituania y Estonia apoyando su integridad territorial o la protección de sus fronteras europeas, al tiempo que permitir en España acciones secesionistas, ser condescendiente con las aspiraciones independentistas, y desproteger nuestras propias fronteras en Ceuta y Melilla, por no hablar de Canarias, Andalucía y el resto del territorio levantino y mediterráneo.

    Y si apuesta por la iniciativa Foco África 2023, y decide visitar Angola, Senegal y Libia, como ha hecho recientemente, o planea hacer lo propio con Kenia y Egipto a finales de agosto, bien podría reconciliarse con Marruecos, sin renunciar a la estratégica y necesaria Argelia; y abrirse no sólo a China (como hizo telefoneando a Xi Jinping y Li Keqiang), sino también a EE. UU. y a la propia UE como posible interlocutor y vecino privilegiado del continente africano.

    25 jul 2021 / 01:00
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