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Sentidiño

    MÁS de dos mil profesionales de los ámbitos sanitario, social y educativo han firmado una declaración que critica taxativamente algunas de las medidas impuestas en las escuelas.

    No hace falta tener conocimientos de pedagogía para entender que la tarea de enseñar a leer en los primeros años o de transmitir la emoción por una obra arte en Bachillerato es muy complicada con una mascarilla de por medio.

    Y es que minimizar el lenguaje no verbal en las relaciones con el alumnado dificulta no sólo el proceso de enseñanza aprendizaje sino, y sobre todo, la gestión de las emociones, la confianza, la motivación... por no comentar su impacto en aquellos niños y niñas con necesidades educativas especiales con los que en algunos casos, como el del alumnado sordo, se está cometiendo una vulneración de sus derechos como personas.

    Sorprendentemente podemos juntarnos sin restricciones en un lugar de conciertos, pero no podemos retirar las mascarillas en los patios ni sentarnos con un amigo de un curso distinto al nuestro.

    La paradoja todavía se hace mayor cuando además de tapar nuestra expresión, hay una mampara de metacrilato que potencia esta sensación de aislamiento, no nos deja ver la pizarra y limita la correcta ventilación del aire en las aulas.

    Medidas absurdas, que la ciencia ya ha catalogado de irrelevantes, como la desinfección de superficies u horarios y limitaciones espaciales dificultan el día a día en el aula convirtiendo en una odisea el trabajo por proyectos o cooperativo (no, no es lo mismo crear grupos en Teams).

    Y no es que sólo nos preocupe la calidad de la enseñanza que recibe nuestro alumnado, sino las consecuencias que este estrés puede tener a corto, medio y largo plazo en la infancia y la adolescencia.

    En presente, los departamentos de orientación están saturados por el impacto que la pandemia ha tenido y está teniendo en el alumnado, en futuro, cómo puede esta situación de estrés afectar al desarrollo cognitivo y emocional de niños y jóvenes.

    Por no hablar del desgaste físico y emocional del profesorado, recién salido de una pandemia en la que triplicó su esfuerzo.

    Una situación alarmante, que requiere de muchos manifiestos, pero sobre todo de una respuesta rápida de las instituciones y ante la que familias y profesorado han comenzado a alzar la voz.

    Es una pena que las medidas en las escuelas no hayan conseguido desplazar los titulares de prensa sobre el ocio nocturno. Esperamos que empiece a hacerlo y que las instituciones comiencen a actuar con sentidiño también en la escuela.

    29 oct 2021 / 01:00
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