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Sevilla y su Feria

    VOLVIÓ la Feria a Sevilla. El Real, como pude comprobar estos días gracias a compromisos profesionales y personales, de nuevo se cubrió de esplendor y belleza, con sus casetas engalanadas, sus bellas luces y farolillos, su atractiva música de sevillanas, y sus paseos de caballos. Alegría de vivir, decían quienes recorrían sus emblemáticas calles dedicadas a los más insignes toreros de la provincia.

    La pandemia sigue ahí, atemorizándonos, pero el ansia de recobrar una cierta normalidad, y el deseo de reencontrarse tras dos años de angustia y sufrimiento, resultaron más poderosos que el miedo. Pese a la lógica prudencia, fueron tantas las personas llegadas de toda España, que el Real de la Feria ha batido récords de visitas.

    Hasta en Madrid y en estaciones como la de Atocha se percibía ya el primer día de Feria el poder de convocatoria de una Fiesta de Interés Turístico Internacional que llena de vida social y fuerza económica a la capital andaluza.

    Luego vendrán otras ferias por toda la comunidad, quizá menos dimensionadas, pero igual de atractivas y entrañables. Para alguien como yo, que tuve el privilegio de vivir y ejercer como profesor en la Universidad de Sevilla durante una década, resulta fácil constatar las energías renovadas con las que nuestros hermanos sevillanos se entregaron a revivir y realzar una nueva edición tan brillante como deseada. Todo estaba bien organizado tanto en las grandes casetas de clubes y entidades locales, como en aquellas más familiares de uno o dos módulos.

    Desde el júbilo que percibí en la concurrida caseta del Club Pineda, hasta la cordialidad que destilaban la del Círculo de Labradores, la de la Policía Nacional, o la de la Guardia Civil. Desde la animada caseta del 19 de Pascual Márquez, hasta la acogedora del 53 de Ignacio Sánchez Mejías; pasando, cómo no, por la bellísima y siempre elegante caseta de Juan Belmonte 134.

    Y es que tanto para un sevillano, como para un gallego, resulta igual de placentero sentirse en familia en la caseta de tres módulos de la Peña Las Atarazanas, en el 39 de Gitanillo de Triana, como degustar los mejores productos gallegos en el 149 de la calle Pascual Márquez, donde se ubica la caseta del Lar Gallego de Sevilla, adalid de las casas y lares gallegos de Andalucía, y con el que tuve el privilegio de colaborar dos años dando la conferencia del Día das Letras Galegas.

    En definitiva, todo un cúmulo de esplendor y esperanza simbolizado en un Real de la Feria que invita a las familias a adentrarse incluso con los más jóvenes de la casa en las innumerables atracciones que ofrece la afamada Calle del Infierno. Ojalá lo vivido estos días en la Feria y en la Real Maestranza sea el preludio de una nueva normalidad que nos haga a todos mejor personas, y más felices en la salud y la amistad.

    07 may 2022 / 01:00
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