Silbidos a Sánchez
QUE quieren que les diga. No me gusta ni comparto que se silbe o abuchee al presidente del gobierno. Tampoco a ningún otro representante público. Las instituciones están para respetarlas y nos representan a todos. También un presidente lo hace y debe hacerlo. No caigamos en el sectarismo. Y menos el día de la fiesta nacional. Donde ya nada decimos de dos presidentes autonómicos que recelan y rechazan su presencia porque ellos representan a ese mismo estado que les da todo e tre prebendas y cupos, lenguas y millones de euros en inversiones.
Eso sí es una falta de respeto a todos, también a vascos y catalanes. Pero cada 12 de octubre que en sí mismo encierra muchas lecturas y peculiaridades en función de las sensibilidades, se ha convertido también en el altavoz del rechazo en modo de abucheos y silbidos siempre y cuando gobierna la izquierda. Ni a Aznar ni a Mariano Rajoy abucheaban tal día.
Respetar las instituciones, la bandera, los himnos de nada sirve si no se hace lo propio con las personas. Y el perjuicio se hace a la convivencia. A los valores democráticos. No negamos el derecho a la libertad de expresión pero sí aie se haga desde la tolerancia, el respeto y la razonabilidad.
Llegarán en breve elecciones que so el verdadero lugar donde plasmar el desencanto, la afrenta y el hartazgo de unos y otros. Donde se medirá el éxito o el fracaso. O donde se plasmará el cainismo visceral que nos preside en cuanto en la palestra salta la política. La trinchera y la polarización son, desgraciadamente un adn que nos corroe u devora. Algo congénito en este desvencijado solar patrio.
Lástima de una sociedad que no piensa por sí misma y se deja manipular. Lástima cuando la abulia y la dejadez toman asiento. Lástima cuando lo fácil es la pataleta y es utilizada por el adversario pero para que nada en realidad cambie.
Por supuesto que a un jefe de estado no se le puede hacer esperar. Llámese Pedro Sánchez llámese Joe Biden, que tuvo casi 10 minutos al rey al pie de la escalerilla sin perder compostura.