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Silva

Debido a una serie de circunstancias la mar de curiosas, a los 17 años pasé una corta temporada en Simancas. Allí, en el Archivo Histórico Nacional, tuve el inmenso placer de tomar contacto directo con uno de los mitos mayores de mi adolescencia: la gesta de los Comuneros. Ahí se guardan los testimonios, la principal y casi exhaustiva documentación en torno a aquellos que conformaron la primera insurgencia social europea en contra de un rey abusivo, y para colmo extranjero (para más señas, flamenco) como lo era Carlos I de España y V de Alemania. La época, los albores del siglo XVI, más concretamente en 1520 y 1521. El lugar, una Castilla imbuida de una nobleza excelsa, que comenzaba a tener una identificación propia, y que estaba a punto de romper todos los esquemas posibles para lograr impedir los abusos sociales y económicos de alguien demasiado fuerte y que no sólo los dominaba a ellos, sino, para más INRI, que gobernaba el Sacro Imperio Romano Germánico. Por cierto, que uno de los enclaves donde da comienzo todo este jaleo es Santiago de Compostela. Y en un lugar muy conocido de todos nosotros: la Sala Capitular del Convento de San Francisco, donde un joven Carlos ha constituido unas Cortes, y en donde ordenará un rosario de medidas para acabar de expoliar, aún más, a nobles y plebeyos de Toledo, Salamanca, Segovia...

CASTELLANO. Hemos leído todo esto hace tiempo. Incluso tuvimos oportunidad de oír el trabajo de aquél Nuevo Mester de Juglaría, que, sobre la letra de Luis López Álvarez, nos contaban, en Los comuneros, la vertiente seguramente más honda del relato. Pues bien. Les diré que uno de los mayores narradores de nuestra era, el incomparable Lorenzo Silva, acaba de publicar, en Destino, un libro absolutamente apasionante sobre el tema. Se llama Castellano, y nos ha dejado atónitos. Para empezar, el autor no nos ha hecho una novela histórica al uso, aunque incluye largos fragmentos que podrían leerse como tales. Tampoco es un ensayo, aunque su documentación amplia y fiel podría dar lugar a tomarlo como tal. Y tiene, además, otro aspecto que incluye la reflexión personal, e incluso la de una búsqueda muy peculiar de un objetivo identitario. O, podríamos decir que si uno es respetuoso con la tierra que lo vio nacer (Madrid) y es consciente de sus ancestros, castellanos y andaluces a partes iguales, y además ha cogido cariño a su tierra de adopción, Cataluña, por qué precisamente ve en la identificación castellana (donde nace un idioma hablado por 500 millones de personas) una solución de equilibrio. Repito: un libro imprescindible para leer con urgencia. Grandísimo. Bárbaro por Lorenzo...

21 jun 2021 / 01:00
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