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Sobre las aspiraciones políticas del indigenismo mexicano

    A principios del siglo XVI, México como entidad política no existía. Aquello era un conglomerado de pueblos independientes cuyo deporte mas acreditado era hacerse continuamente la guerra unos a otros. Bien es cierto que alguno de estos pueblos, como los aztecas, hacían la guerra a sus estados vecinos, fundamentalmente a los tlaxcaltecas, con un objetivo meramente religioso, puesto que procuraban coger vivos en la batalla a sus enemigos con el devoto fin de ofrecerlos como ofrenda a sus dioses, sacrificándolos por el piadoso método de extraerles en vivo el corazón palpitante. Ipso facto, para no desperdiciar nada, troceaban al sacrificado, cuyos pedazos delicadamente cocinados los engullían con manifiesto regocijo. Bien es cierto que esa sofisticada costumbre no era generalizada entre las otras etnias. La pacífica convivencia entre los nativos terminó cuando el malvado Hernán Cortés acabó con estas divertidas y deportivas contiendas tribales y suspendió radicalmente la benigna religión azteca. No se le ocurrió otra cosa que llevar a unos frailes para que difundieran la religión católica, cosa tan perniciosa, que ha llevado a que el argentino Jorge Bergoglio (hoy papa Francisco), pida perdón estos días atrás en México por esta felonía.

    El resultado de la nefasta acción española en aquellas tierras terminó con aquellas guerras con las que se divertían los nativos. Además unificó todo el territorio en un solo gobierno dependiente de Castilla. Los nativos que allí vivían, por decisión de la perversa Isabel la Católica pasaron a ser súbditos castellanos con los mismos derechos que los habitantes de Jaén, de Tordesillas o de Betanzos por poner algunos ejemplos.

    A pesar del planeado genocidio que cometieron fieramente los castellanos que allí fueron (no los que se quedaron aquí), según dicen fidedignas fuentes holandesas e inglesas (gente que siempre se distinguió por el afable y piadoso con que siempre trataron a los indígenas), en el México actual, hay 68 etnias autóctonas entre las cuales hablan 364 lenguas diferentes, según datos mexicanos actuales. Las dos decenas de millones de indígenas puros (no los mestizos) que pueblan México es prueba evidente del estrepitoso fracaso del planificado genocidio.

    Si hoy existe México y toda la población tiene una lengua común, que es el español, se debe a la salvaje acción de España en aquellas tierras, que se le ocurrió la nefasta idea de crear escuelas y universidades por doquier con el fin de martirizar a los nativos enseñándoles los avanzados conocimientos renacentistas, con los cuales, bien es cierto, también atormentaba a los españoles de la época.

    Hay algunos que por esa perniciosa labor odian tremendamente a España, como es el caso del actual presidente mexicano López Obrador. No me cabe la menor duda de que es un patriota que quiere entrañablemente a México, a pesar de que la Nación a la que ama existe gracias a España. Ni siquiera existiría él, porque según se lee en la red, sus abuelos por parte materna son de Asturias y Cantabria y por la paterna provienen de alguna de aquellas tribus nativas y de africanos. Con respecto a sus ascendientes africanos no se aclara, por lo que he leído, si procedían del norte de África o eran subsaharianos. Su cara no parece indicar que tenga sangre subsahariana.

    Según organizaciones internacionales, los pueblos nativos que actualmente hay en América, entre otros los que viven en México, tienen el derecho de autodeterminación y hay muchas organizaciones políticas indígenas que propugnan su independencia del Estado en donde viven (sea México, Bolivia, Perú u otros). Como rechazan por nociva la conquista española y sus consecuencias, si esto tuviera éxito desde el punto de vista político, tendrían que retrotraerse a la época precolombina y sería divertido ver como en las tierras mejicanas aparecían 68 Estados independientes, con sus correspondientes mandatarios políticos, porque dados los antecedentes históricos del territorio que hoy conforma México, la amistad entre las diferentes etnias no era precisamente la regla y se negarían a formar un Estado indígena unificado.

    El que quiera ilustrarse con datos fidedignos sobre el desgraciado descubrimiento de América por España y su desafortunada conquista recomiendo la lectura de Madre Patria, documentado estudio del italoargentino, sin ascendientes españoles, Marcelo Gullo Omodeo, especialista en Historia y Política Internacional.

    05 oct 2021 / 01:00
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