Sobre un manuscrito recuperado

UNA denuncia, diligentemente atendida por la Policía Nacional, ha sido el medio por el cual ha llegado hasta el Archivo Histórico Diocesano de Santiago un libro de difuntos, datado en el siglo XVIII, que pertenecía a la parroquia rural de San Pedro de Herbogo, concello de Rois y archidiócesis de Santiago. Se trataba de uno de los tantos robados en el pasado en los archivos parroquiales que no tienen, en general, otros medios de seguridad que los de estar custodiados en la casa del párroco de cada feligresía.

La noticia en cuestión merece una reflexión. En primer lugar, ha de valorarse lo mucho que se ha hecho, desde archivos como el Histórico Diocesano de Santiago, para llegar a salvaguardar, en una labor callada y persistente, unos treinta mil libros similares al ahora recuperado.

Y, en segundo término, cabe pensar en lo que queda por hacer; el que sean unas doscientas cincuenta parroquias de esta archidiócesis –que supera las mil– las que todavía no hayan depositado los fondos propios, de valor histórico –para que sean debidamente conservados, en un lugar más seguro, como es este archivo, central de la Archidiócesis–, debe entenderse como una tarea en la que los primeros interesados en que se lleve a cabo han de ser los responsables actuales de dichas parroquias.

En un momento como éste, en el que tantas feligresías no cuentan ya con un sacerdote responsable de las mismas, a título individual –ya que han de compartir su labor pastoral en más de una–, el problema se acrecienta y aconseja diligencia en la recogida de fondos. Pero la cuestión es todavía más grave si se piensa que muchas de esas parroquias han perdido buena parte de su población y su memoria –que está en este tipo de fondos– ha de ser correctamente salvaguardada.