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Somos egoístas

    A menudo nos asaltan las dudas y nos preguntamos si somos generosos o egoístas por naturaleza. Creo lo segundo. Ha tenido que llegar una pandemia para ponernos a prueba y sacar a la luz nuestro lado más real. Al comienzo de toda esta película interpretábamos mucho mejor el papel de ciudadanos ejemplares que nos había tocado en el reparto.

    Muchos de los que formamos el elenco éramos personas serias y responsables, que intentamos desde el comienzo inculcar ciertos valores de solidaridad, respeto, empatía hacia otros de espíritu más endeble o incluso, sin ofender a nadie, cortitos de mente (entiéndase que me refiero así a los que todos conocemos como negacionistas).

    Como personajes redondos de las mejores historias algunos cambiaron su conducta y lucharon mirando a su cámara por un mundo mejor. Evolucionaron. Otros, personajes planos, siguieron en sus trece, sin modificar un ápice su conducta, demostrando así la teoría del egoísmo.

    Hay quienes en su día se pasaron el confinamiento por el forro, mientras otros cocinaban de manera solidaria para los que más lo necesitaban o acudían a realizar la compra de los más vulnerables para que estos no se expusieran al contagio.

    Según un catedrático de la Universidad de Barcelona, Enric Pol, “los humanos, por naturaleza, somos solidarios, cooperativos”, a lo que añade que hay personas “por definición más altruistas y otras más egoístas”. Sin embargo, con ciertos comportamientos hay quienes ponen en peligro al resto sin parecer darse cuenta, creyendo que no se contagiarán o que en realidad sus reuniones no van a presentar riesgo.

    Egoístas son los que se van de botellón o se reúnen en grandes grupos sin pensar en las consecuencias que puedan llegar después: un brote de covid que ponga en riesgo al resto de la familia y personas que sean contacto estrecho. Irse de rebajas con las tiendas a rebosar, entrar en locales de ocio y hostelería donde no se respetan las medidas de seguridad, la distancia... Ser egoístas implica anteponer el interés propio al ajeno, pensar en uno mismo antes que en los demás. Y vemos que es el pan de cada día...

    Algunos filósofos como Thomas Hobbes (El Leviatán) creían que nuestra naturaleza social era eminentemente artificial. En términos teóricos pretende comprender la tendencia de los hombres a imponer por la fuerza sus deseos y convicciones, generando una guerra de todos contra todos. Recordemos su célebre frase de “El hombre es un lobo para el hombre” (Homo homini lupus), con la que se refiere a que el estado natural del ser humano lo lleva a una lucha continua contra su prójimo.

    Por su parte, el psicólogo Frans de Waal considera que los humanos siempre vivieron en grupos, de forma que somos absolutamente sociales y que en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo no hay nada que nos predisponga a una vida en ausencia del otro. De ahí que lo hayamos pasado tan mal durante el confinamiento y que sigamos sufriendo las consecuencias de la falta de contacto: no hay castigo más duro para el ser humano que el aislamiento, después de la pena de muerte.

    ¿Somos depredadores y egoístas como creía Hobbes o como Jean-Jacques Rousseau pensaba “el hombre es bueno por naturaleza” y es la sociedad la que lo corrompe?

    18 ene 2022 / 01:00
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