¿Superar la depresión?

HUBO UN TIEMPO en el que Abel Caballero era considerado como el mirlo blanco de la política gallega por el socialismo español. A pesar de que en nuestra comunidad reinaba Francisco Vázquez en el PSdeG consideraban que el alcalde de Vigo sería el único capaz de jubilar a Manuel Fraga. Razones tenían. Abel Caballero era doctor en Ciencias Económicas por las Universidades de Santiago y Cambridge, máster en Economía por Essex, profesor de prestigio en universidades europeas.

Con pedigrí en el PCE aunque tras la muerte del dictador tomó conciencia de que el PSOE era el futuro: aún no había cumplido los 40 años cuando Felipe González lo designo ministro de Transportes. Fue diputado en el Congreso durante cinco legislaturas (una de ellas por la provincia de A Coruña, quien se lo diría) y se le consideraba político solvente, cosmopolita, con visión amplia; es decir, que defendía un mundo global alejado de los localismos.

El PSdeG le eligió candidato a la Presidencia de la Xunta en 1997 pero obtuvo los peores resultados (igualados en 2020 por su sobrino Gonzalo Caballero) en toda la historia de los socialistas gallegos. Aquello provocó una profunda decepción en su ego que le reconvirtió, tras una travesía por el desierto, en un localista volcado en Vigo que odia todo lo que representa la Xunta y el resto de Galicia.

Esta pasada semana volvió a dar la nota a cuenta de la entrega de las banderas azules en las Cíes. Acudieron todos los alcaldes pero él se negó a compartir acto con Feijóo demostrando su escasa altura de miras y despreciando al resto de regidores, varios de ellos de su propio partido. A él le da igual. Quiere superar en Vigo la depresión que le provocó Galicia. ANTÓN TRABANACA