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Tenemos lo que queremos

    EN el país en el que habíamos dejado atrás al virus, ayer alcanzamos una incidencia de 3.300 casos por cada 100.000 habitantes. En el país en el que las cifras de contagio, una vez vacunados, iban a ser “despreciables”, ayer registramos 95.000 casos nuevos. En el país en el que, de haber infecciones, los centros sanitarios y las UCIS no se resentirían, en hospitales como el de Burgos ayer ya había 4 plantas dedicadas a pacientes covid.

    En el país en el que los colegios eran espacios seguros, las hospitalizaciones de menores en lugares como Valencia y Cataluña se han multiplicado por tres. En el país de las aulas garantía, sólo si un 20% del alumnado es positivo se cuarentena el aula. Pero claro. En el país de la sanidad más garantista del mundo, un positivo sólo es positivo si él mismo se diagnostica y se confina.

    Eso sí. En el país del Lazarillo de Tormes, desde que la gente se autotestea las cifras de contagio parece que empiezan a menguar. Todo un alivio, porque en el país en el que ya no iba a morirse nadie de coronavirus, ayer fallecieron 248 personas, la mayor cifra registrada en diez meses. Pero basta ya de alarmismos. Porque la situación no tiene nada que ver con la que había hace un año. ¡O al menos ese es el relato!

    Y lo es en un país de sálvese quien pueda que cada vez hace más suyo aquello de que “cada palo que aguante su vela”. En un país en el que “la paja se ve cada vez más grande en el ojo ajeno” y se aprecia menos en el propio. En un país en el que, como Dorian Grey, cada uno nos gustamos más a nosotros mismos y renegamos más de lo que hacen los otros.

    Pero en ese país, yo he visto a personas que dicen que cumplen casi tanto como incumplen. A personas que mandan a sus hijos al colegio con síntomas. A personas que ignoran las recomendaciones hasta que no se convierten en obligaciones. Y que, cuando se las imponen, apelan a su libertad para tratar de volver a incumplirlas mientras, los que mandan, hacen lo políticamente correcto para preservar sus votos.

    Pero no sé de qué me asombro... Es difícil esperar otra cosa de un país que dice estar con los jóvenes y que tiene a un 29,2% en el paro. De un país que lanza un bono de alquiler que sabe dejará fuera a 8 de cada 10. De un país que habla de eficiencia energética y sube los precios de la luz cada día. O de un país que tiene a 38 becarios falsos en una diputación. ¿Saben lo más sorprendente? Que aquí no dimite nadie. Aquí todos se van a Fitur.

    20 ene 2022 / 01:00
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