Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

Terrorífico

    “UN padre no está para enterrar a su hija. Y una madre está para protegerla”. ¿Pueden condensarse más sentimientos en un par de frases? ¿Pueden concentrar dos proposiciones mayor número de emociones? Creo que no. Pero, paradójicamente, en una noche de difuntos, la muerte ha vuelto a sorprendernos, mostrándonos su cara más macabra: la de una mujer que priva de la vida a una niña de apenas seis años.

    La llamo mujer, concediéndole la humanidad que no tiene, porque me niego a utilizar la palabra madre para referirme a un ser deplorable capaz de deshonrar uno de los sustantivos más mayúsculos de nuestro diccionario. Y es que, ¿existe algo más atroz, para alguien que dice llamarse madre, que cercenar la vida de un hijo?

    Leí hace mucho tiempo un texto que, poco más o menos, decía algo así: cuando un padre muere, sus hijos se quedan huérfanos. Es uno de los vacíos más grandes que existen. Pero es ley de vida. Es algo consustancial a nuestra condición humana; un desarreglo natural, podríamos decir, del orden de las cosas, que hay que sustantivar. Nace así la palabra huérfano. Pero ¿qué nombre ponerle a ese padre que pierde a un hijo? No existe. Es una situación tan terrible, que ni el lenguaje ha sido capaz de sustantivarla. Los que conocemos la circunstancia, que somos muchos, entendemos muy bien por qué. Y es que no existe sustantivo en la tierra capaz de aglutinar tanta pena. Pues bien. ¿Quién podría imaginar que lo innombrable todavía se puede horrorizar?

    ¿Cómo llamar a alguien que siega la vida de su propia hija? Seguro que a todos nos vienen infinidad de nombres a la cabeza. Pero no dejemos que el odio nos invada. Porque no es momento para el odio. Es momento para la justicia.

    En la primera lección de derecho que escuché durante mi carrera universitaria me definieron qué era la justicia: “Dar a cada uno lo suyo”. Y si, como quiero creer, esta definición es cierta, y la presunta asesina es declarada culpable, espero que purgue buena parte del dolor que ha infligido. Resarcirlo todo, por desgracia para Olivia, ya es imposible. Es esa parte de injusticia que nunca es capaz de restaurar la justicia cuando llega tarde. Y no me importa cómo llamarle, si prisión permanente revisable o putrefacción.

    ¡Estoy harto de las etiquetas! La maldad no tiene género. Pero sin ningún género de duda, quien no tiene alma, sólo merece pudrirse viva. No es ojo por ojo. Es dar a cada uno lo suyo. D.E.P. Olivia.

    03 nov 2022 / 01:00
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    Tema marcado como favorito