Tertulia en la acera

ME paro ante la farmacia de mi amigo y charlamos. Pasa una pareja de vecinos y hacemos corro a mascarilla puesta. Se nos empañan las gafas pero recuperamos el sonido de nuestras voces y completamos el significado de lo que dicen con el fruncimiento de ojos y el movimiento de las cejas. Al gozo del reencuentro sigue la charla variada.

Se está bien en esa mañana al sol entre chubasco y chaparrón. No hablamos de la política del día porque se escribe demasiado de ella en los artículos de opinión. Es dominante hablar mal de Abascal y de Trump. ¿Se puede pensar que habrá algo aceptable en sus actuaciones y puntos de vista y decirlo?; ¿se puede disentir de las opiniones dominantes y apartarse de la corrección política?

Nos parece que la vida pública está embarrada por la agresividad parlamentaria. Es necesario para la salud social que mantengamos la diversidad de opiniones en la vida pública. Mejor que nuestros representantes debatan agriamente en esa sede, aunque sea gritos, a que el país se líe a garrotazos.

Los tensos debates en el Parlamento crispan a los ciudadanos. Papa Francisco alienta en la encíclica Fratelli Tutti que vivamos como hermanos: mantengamos un ideal alto antes que una utopía irrealizable.

Tocamos temas ciudadanos en nuestra charleta al sol entre chubasco y chaparrón. Nos alegrará que se reintegren a la ciudad las esculturas de los profetas de Mestre Mateo, Ezequiel y Jeremías, aunque nos parecen hiperbarbados y feos.

¿Es a las diez o a las once de la noche el toque de queda? ...empieza a chispear y hay que clausurar la tertulia callejera.