Una oportunidad amenazada ...o perdida?

CREO que merece la pena volver a recordar las dudas que en su momento se plantearon en la Unión Europea sobre la capacidad del Gobierno de España para gestionar los fondos de recuperación. Pedro Sánchez acudió entonces a una reunión hostil, en la que un grupo de países del norte europeo se oponían a la asignación de España. Y tuvieron que acudir en su rescate otros líderes, por cierto, de los partidos del Grupo Popular europeo, y otorgarle un voto de confianza. Gracias a la intervención de, por ejemplo, la entonces canciller Merkel, se anunció el acceso de España a 140.000 millones, entre préstamos y subvenciones.

En parte por un problema de falta de capacidad del Gobierno para seguir una planificación estratégica y, en parte también por el afán de gestionar los fondos en función de fechas e intereses electorales, España sigue alimentando las dudas de Europa.

Ya ha habido un aviso sobre las obligaciones de auditoría. Los incumplimientos en este sentido podrían provocar que, sencillamente, Europa cierre el grifo. Y la ministra de Política Territorial tendría que tragarse aquella temeraria y desafortunada frase pronunció en Vigo: “Los fondos europeos nos van a salir por las orejas”.

Y otro aspecto que causa muchísima preocupación es el grado de ejecución de los fondos. Lamentablemente, el Gobierno no aporta mucha información sobre esto, pero lo que sabemos es que la tasa de ejecución definitiva fue de un máximo de un 27% sobre el total; y que a mitad de este año esa tasa sería del 5,2 por ciento.

Supongo que esos datos mejorarán, sobre todo a medida de que se acerquen los próximos periodos electorales. Pero mucho tendrían que mejorar para que no pudiéramos decir que el Gobierno de España está desaprovechando una oportunidad. Porque no sabe cómo gestionar esos fondos. Tal vez por eso la ministra dice que “nos van a salir por las orejas”.

Mientras esto pasa, el sector de la automoción continúa amenazado por una decisión que obliga a cambiar radicalmente los procesos de producción en los que se ha basado hasta ahora. La imposición de la renovación del parque móvil por vehículos eléctricos requiere de una intervención inteligente por parte del Gobierno. Y, por ahora, no está siendo así.

Y lo mismo podemos decir de las comunicaciones. De nada sirve diseñar una red transeuropea intermodal si los estados no reivindican las necesidades especiales de, por ejemplo, las regiones más periféricas. Portugal sí está preocupada por esto, porque todo su territorio es periférico. Pero España no, como demuestra la demora en la salida sur por ferrocarril de Vigo, imprescindible para completar la comunicación prevista por Portugal para su salida hacia Europa. O como demuestra también el evidente desinterés del Gobierno por el corredor Atlántico de Mercancías, que avanza a regañadientes, espoleado por los sectores económicos afectados. Muestra de este desinterés es el hecho de que el corredor Mediterráneo disponga de un comisionado especial y una oficina técnica del que el Atlántico carece.

Esto, la compensación de los equilibrios territoriales por razones de distancia y de necesidades de sectores productivos líderes como la automoción o la pesca, también es recuperación. Pero el Gobierno no tiene plan... o tiene otros planes para el dinero de Europa.