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Unos indultos imposibles de entender

    EL empeño del Gobierno en indultar a los sediciosos catalanes es muy difícil de entender. Por más que cavilo sobre lo que puede pasar por la cabeza del presidente me resulta imposible encontrar la razón de tal empecinamiento. Por eso, y ya adelanto mi conclusión, es que la batería de justificaciones adelantadas por el presidente en los últimos días no son más que una farsa entendida como representación teatral para, en el momento del desenlace, proclamar que hizo todo lo que pudo pero no le fue posible y, con treta tan pueril, contentar a ERC, seguramente está al tanto de la trama.

    El indulto que se propone para unas personas que cometieron graves delitos supera los límites del absurdo. Se quiere indultar a unas personas que no quieren ser indultadas. O sea, a la fuerza, en contra de su voluntad. De lo contrario lo habrían pedido o, en último extremo, no se hubieran pronunciado en contra de la medida de gracia. Pero no solo eso, de manera reiterada manifestaron su voluntad de volver a delinquir. No creo que en la historia de la humanidad se diera un caso semejante, si es que finalmente se produce, ni que en el futuro vaya a repetirse. Creo que muchos estaríamos a favor de concederlos si se hiciera conforme a ley.

    En los últimos días, varios ministros y el propio presidente caldearon el ambiente, en coincidencia temporal con la toma de posesión de Aragonès como presidente catalán. Anunciaron la concesión de los indultos antes de conocer el informe del Tribunal Supremo. Es un comportamiento de desprecio al poder judicial, del que se burla y ningunea. El minucioso y prolongado trabajo de jueces y fiscales se tira a la papelera como si de un trapo sucio se tratara. Sabemos que son documentos no vinculantes, pero al menos debieran leerlos atentamente con respeto. Supongo que el desprecio hacia la Justicia española es un gesto más hacia el independentismo, empatizando con sus proclamas de que los jueces españoles atacan Cataluña, de que forman parte del aparato represor del Estado. No se entiende de otra manera.

    Sánchez no dejó de repetir que en los principios constitucionales no cabe la venganza ni la revancha. ¿Quiere decir que el Tribunal Supremo, en la sentencia y ahora en el informe, no imparte justicia sino que actúa con venganza? La declaración es muy grave. Más por venir de un presidente de gobierno. Y dado que tal acusación resulta increíble por parte de alguien con su responsabilidad, o bien ha perdido la cordura o forma parte del guion puesto en escena para que los partidos independentistas mantengan su apoyo parlamentario al Gobierno.

    Los indultos son una potestad del Gobierno, pero obviamente cumpliendo la ley que los faculta. Hay precedentes de su revocación por la Justicia. De materializarse, seguramente sucedería lo mismo con estos. Hablo en condicional porque, como dije al principio, seguramente no llegue a otorgarlos o, de hacerlo, sabe que serán revocados. Su objetivo es ganar tiempo, a la espera de que lleguen los fondos europeos para tratar de salvarse.

    Mientras Sánchez espera el maná europeo para su rescate político el salvavidas son los votos de ERC, Bildu y PNV en el Congreso, un chantaje del que no puede desprenderse. O algo más sencillo, que el resultado de las elecciones en Madrid y las encuestas de las últimas semanas le hayan dejado noqueado. Sea por una causa u otra, indultar a quien no lo quiere es para mirárselo. Un esperpento.

    27 may 2021 / 00:00
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