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Ursula y la madre Europa

    LA UE está más necesitada que nunca de alguien que la dirija con tanta diplomacia como comprensión. Y si bien es cierto que, como apuntábamos aquí hace unos días, son muchos los europeos que se sentirán un poco huérfanos tras la marcha de Angela Merkel, no conviene olvidar otra figura femenina (también alemana, por cierto, aunque nacida en Bélgica) que, contra todo pronóstico y en circunstancias bien adversas, ha sabido no sólo sobreponerse a una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes, sino incluso marcar las pautas de aquello a lo que debe aspirar una comunidad política supranacional e intergubernamental como la UE.

    Al igual que la canciller alemana, que en su país supo aglutinar el beneplácito tanto de conservadores, como de socialistas y liberales, Ursula von der Leyen ha logrado trascender su grupo político, el Partido Popular Europeo (EPP), para trabajar con las formaciones supuestamente rivales del mal llamado Viejo Continente, en pos de una UE más próspera, comprometida y unida. Su reciente discurso sobre el estado de la Unión ante el Parlamento Europeo constituye todo un epítome del ideario sobre el que los 27 países socios deberán diseñar una trayectoria que tendrá que ser necesariamente común y compartida.

    Los errores de la pasada crisis económica y financiera del 2008 los conocemos todos. Los desencuentros en materia inmigratoria también. Pero aun siendo conscientes del despropósito que ha supuesto para todos el fatídico brexit, e incluso asumiendo las carencias y los rifirrafes en términos de derechos y libertades que padecemos en según qué contextos del Este, y hasta las burlas a la democracia debido a la falta de rendición de cuentas y transparencia parlamentaria que sufrimos, por ejemplo, en España, estamos convencidos de que la vocación de unidad que inspira a todas y cada una de nuestras instituciones europeas terminará homogeneizando actitudes y resolviendo esas discrepancias que podrían destruir nuestro ejemplar y encomiable proyecto común.

    El control y las directrices para combatir la actual pandemia aparentó, ciertamente, caótico e improvisado; pero la adquisición y el reparto conjunto y organizado de las vacunas supo remediarlo. Las diversas restricciones a la movilidad confundieron a más de uno; pero el raudo certificado digital europeo vino a poner una nota de sensatez que ahora imitan o añoran muchas otras regiones del mundo. Y hasta el fondo de recuperación, dispuesto en un tiempo récord, constituye el mejor de los ejemplos de un pueblo que, llegado el momento, sabe enfrentarse a la adversidad. Pues bien; estoy convencido de que muchos de estos logros los hemos alcanzado gracias a una mujer capaz de soñar, incluso, con una UE autosuficiente hasta en términos de Seguridad y Defensa.

    25 sep 2021 / 01:00
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