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Viaje de ida...

    HACE justo un año regresaba del que probablemente fue el viaje más extraño de mi vida. Volvía de Andalucía, de impartir tres días de formación en desarrollo personal en cinco facultades de Málaga y Sevilla.

    En condiciones normales, la lógica me hubiera invitado a volar de Santiago a Sevilla con puente aéreo en Madrid para luego perderme callejeando por la ciudad durante los dos días de cuaresma que hice noche en la capital hispalense. Pero todo me hacía presagiar que aquella no era una salida ordinaria.

    Para empezar, a pesar de que muchos me lo desaconsejaban, decidí realizar aquel viaje de 72 horas y 1.600 kilómetros en coche. Y lo que en principio parecía una temeridad, no voy a negarlo, comenzó a revestirse de cierta lógica tan pronto como empecé a descubrir la cantidad de conocidos que se contagiaron de COVID en el vuelo de regreso Madrid-Santiago que renuncié a coger. La vida son decisiones. Muchas de ellas seguramente inspiradas en premoniciones. Y aquella tarde de finales de febrero, planificando mi viaje, el cuerpo me pedía viajar en coche.

    Llámale impulsos, premoniciones o tal vez oportunidades. ¿Qué es la vida sino una suma de ellas? Aprovecharlas o no depende de nosotros. Como también depende el hacer caso a nuestra perspicacia; a nuestro sentido común y a nuestra intuición. ¡Cuántas veces una premonición nos salvó de una situación desagradable! ¡Y cuántas veces una oportunidad en apariencia desfavorable empezó a convertirse en algo extraordinario! Eso pasó con aquel viaje de vuelta por carretera de hace hoy justo un año.

    Me subí al coche, conecté el bluetooth y me pude a escuchar una charla de Albert Espinosa que llevaba enlatada en el móvil. “Cuando piensas que tienes todas las respuestas –le escuché decir– va el mundo y te cambia todas las preguntas”. ¿Sería una señal?, pensé mientras cruzaba el puente del Alamillo. Y viendo a una banda ensayar me vino a la cabeza aquella consultoría de hace años con un joven músico llamado Sergio en la que nos planteamos lanzar un single pop con base musical de cornetas y tambores. ¡Qué maravillosa locura! La intuición nos dijo que sí. Y funcionó. Pero ¿qué pasaría si no lo intentáramos? Mejor dicho: ¿qué no pasaría?

    Y hoy me pregunto: ¿Lanzaría Tangana un single utilizando como base la marcha El Amor de la banda del Rosario de Cádiz si nunca hubiera tenido lugar aquella consultoría con Sergio?

    Seguí conduciendo. Hablaban de los preparativos para el 8-M. Suspiré... Pero como todo buen viaje, este también continuará. Eso sí: en la columna de la semana que viene.

    04 mar 2021 / 01:00
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