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Xacobeo, retornar a los comienzos

    ASEGURAN quienes conocen los entresijos del Xacobeo que la idea surgió, tres años antes del Jubilar de 1993, en torno a la mesa de un café y que el primer testimonio escrito se anotó en una servilleta de papel. Cierto o parecido, en ese mismo momento se iniciaba un proyecto de enorme trascendencia, llamado a retomar la significación que Compostela y Galicia habían tenido a lo largo de siglos en Europa, con la revitalización religiosa, social y cultural del Camino de Santiago.

    Como encargado de poner en marcha tal iniciativa, el entonces conselleiro Víctor Manuel Vázquez Portomeñe logró la unanimidad del Parlamento autonómico, iniciando una promoción que pronto daría fructíferos resultados.

    Una empresa exitosa porque nunca se apartó del respeto a la historia y a la tradición; no solo no interfiriendo el marco religioso que alumbró el peregrinar, sino potenciándolo –a la par que la relevancia histórico-cultural que aquel acervo tiene al proyectarse sobre la cotidiana realidad social– con la multiplicidad de publicaciones y eventos de todo tipo.

    La iniciativa pretendía imbricarse en esa realidad –ya comentada aquí– de instituciones, organizaciones y estudiosos de relieve internacional que, además de la Iglesia, suponen una permanente custodia de las esencias de los Caminos a Santiago, lejos del denigrante folclore que, nacido de vocación de conversos, alumbra ahora mismo instituciones para colmar egos desde la repetida práctica de muñidores de lo público.

    El cortoplacismo tan querido en política –solo los estadistas piensan en las siguientes generaciones, dicen que dijo Bismark– descafeinó buena parte de aquellos programas a la par que monopolizó hasta la pérdida de sus más preclaras esencias, por el afán de rentabilidades electoralistas inmediatas, una idea que nacía con vocación ecuménica y que fue posible porque, tiene dicho su protagonista, surgió con el propósito de “unir las voluntades de todos, Iglesia, asociaciones, ayuntamientos, diputaciones, embajadas... sin mirar la filiación política de nadie. Fue posible porque caminamos todos en la misma dirección. Todos arrimaron el hombro”.

    Y porque, añade, “en aquella etapa teníamos muy claro que había que pensar a largo plazo, con proyectos de país. El Plan Xacobeo fue ideado como de Galicia, no de un partido concreto”.

    El expresidente Núñez Feijóo, en grandilocuente y repetido discurso que no se compadece con los hechos del Gobierno autonómico, tiene aludido a “La idea de Europa” de George Steiner –premio Príncipe de Asturias 2001– y a su “nostalgia del absoluto” al explicar la trascendencia del Camino inmerso en ese europeísmo que el intelectual galo concreta en cinco axiomas, entre ellos el paisaje a escala humana y la doble ascendencia de Atenas y Jerusalén.

    Ahora, Portomeñe será homenajeado sumándose a esa selecta lista de Embajadores de Honra del Camino que, más que a él, distingue a quienes le premian.

    Por eso, ya puestos, acaso sea propicia ocasión para, volviendo a Steiner, retornar a la incipiente ilusión y objetivos diseñados en aquel aludido café; curiosamente, espacios sociales éstos, los cafés, que el filósofo sitúa como primera seña de identidad y símbolo de la cultura europea.

    19 dic 2022 / 01:00
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