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Del voto por correo al ‘pucheirazo’

    LO advirtió con su fina retranca Xosé Ramón R. Iglesias en sus Contrarie-dades. Escribió este viernes pasado el periodista en su celebrada sección de la última de EL CORREO sobre el desacuer- do de la oposición –malestar palmario, en puridad– con la fecha del 12 de julio escogida por Feijóo para celebrar las elecciones autonómicas, y concluyó que denunciar una vez es lo correcto en el juego político, pero que si se machaca un día sí y otro también en el mismo hierro candente “se estará trasladando al pueblo elector una imagen de impotencia y temor que conduce irremediablemente a la derrota”. No albergábamos esperanza alguna de que socialistas, nacionalistas y rupturistas reflexionasen sobre los inteligentes argumentos de nuestro analista, pero tampoco esperábamos que el BNG se saliese por la tangente y alentase una chusca teoría de la conspiración que vincula el voto por correo con un hipotético pucheirazo. No le ha puesto rostro y voz a la ocurrencia Ana Pontón, que ha sabido construirse una sólida imagen de política constructiva y propositiva, capaz de hacer oposición más al servicio de los intereses generales de los gallegos que de los particulares del Bloque. Es un pequeño consuelo que la presidenciable nacionalista adopte un perfil bajo en esta polémica y no haya entrado cual elefante en cacharrería, porque la denuncia de Goretti Sanmartín, coordinadora de campaña del BNG, no se sostiene, se mire por donde se mire. Para empezar, debería explicar qué garantías democráticas incumple la nueva modalidad bendecida por la Junta Electoral Central, que permite pedir el voto sin acudir a una oficina postal y que faculta a los carteros para actuar como fedatarios que reciben el sobre cerrado con el sufragio, una vez comprobada la identidad del elector. Tal como lo vemos, es una fórmula tan limpia cuan transparente para combatir la abstención por el miedo al rebrote del conta-gioso covid-19. Tal como lo ve la señora Sanmartín, se abre la puerta a “un voto masivo a través do persoal de Correos sen as debidas garantías”. Su conclusión, en condicional, de que “se pode estar preparando unha fraude electoral, un pucheirazo, unha carretaxe de votos” nos suena a dislate, a ocurrencia de una noche de insomnio o a intento de crear un estado de sospecha sobre la validez democrática del voto por correo, lo que sería más grave. El ruido crispado y la resurrección de fantasmas que están enterra- dos y bien enterrados no aparecían hasta ahora en la hoja de ruta con la que Ana Pontón rearmó al BNG y lo sacó fortalecido de la penosa travesía del desierto que inició tras el divorcio de Xosé M. Beiras y su tribu, hoy desnortada y descabezada. Galicia ya no es país para pucheirazos.

    02 jun 2020 / 21:47
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