Hay que confiar en el Camino

MAYO siempre fue un buen mes para el turismo en Santiago, sobre todo gracias a la Ruta Jacobea y a los peregrinos que prefieren lanzarse al Camino cuando el calor todavía se soporta bien y las aglomeraciones son escasas. Este año, sin embargo, la ciudad ha estrenado la temporada alta con todos los hoteles y los albergues cerrados, situación que no va a cambiar en las próximas semanas por muchas inyecciones de optimismo que queramos inyectarnos con el fin de ver el panorama un poco menos negro. Como mucho, habrá que confiar en los visitantes nacionales, pero todo indica también que este año los españoles viajarán mucho menos, tanto por razones económicas como por miedo al coronavirus. En cuanto a los extranjeros, mejor será bajar al ruedo de la realidad y asumir que, salvo que se cambien las directrices previstas, muy pocos querrán venir a Santiago y Galicia a confinarse durante dos semanas en la habitación de un hotel para pasar la cuarentena impuesta. A lo mejor ese planazo funciona algo en destinos como Canarias, donde infinidad turistas viajan con el único objetivo de enclaustrarse en un hotel de lujo que les proporcione mil comodidades y actividades de relax, pero en nuestra tierra las cosas funcionan de otra manera totalmente diferente y los visitantes suelen pernoctar muy pocos días en el mismo sitio. Por fortuna, aquí siempre hemos tenido y seguimos teniendo el Camino de Santiago, un valor seguro que seguirá funcionando, al menos con peregrinos nacionales (en torno a la mitad de los 300.000 que cada año recibe la capital gallega), si tanto los alojamientos como los caminantes logran adaptarse a la llamada “nueva normalidad”. Que es una anormalidad como la copa de un pino, pero es con la que nos tocará bailar durante un largo periodo.

BEATRIZ CASTRO/Periodista