Misterio ‘poblacional’ en Santiago

AUNQUE los expertos no paran de ofrecer explicaciones supuestamente convincentes, lo cierto es que el estancamiento demográfico que padece Santiago tiene muchas dosis de misterio. Entre las razones que esgrimen los especialistas para justificar que la capital gallega siga sin alcanzar los cien mil habitantes destacan el alto precio de la vivienda en comparación con los municipios vecinos, que sí han ganado mucha población, y las buenas comunicaciones, que permiten a infinidad de trabajadores y universitarios ir y volver en muy poco tiempo a sus lugares de origen, sin necesidad de fijar en Compostela su lugar de residencia. Bien, eso es así y nadie lo niega, pero tan cierto es el hecho de que el censo de la capital gallega apenas se ha movido en los últimos cuarenta años –en 1980 ya había superado los noventa mil habitantes y ahora sigue anclada en torno a los 97.000– pese al gran desarrollo urbanístico que ha experimentado en las tres últimas décadas. ¿Cómo es posible que todo siga más o menos igual tras el surgimiento de barrios hoy tan populosos como Fontiñas, la ampliación de Conxo, el desarrollo de Santa Marta y San Lázaro y las numerosísimas urbanizaciones de viviendas que han surgido en el entorno del Hospital Clínico y de El Corte Inglés? Una de tres, o están casi todas vacías, o están dedicadas en un alto porcentaje al alquiler de corta duración, o bien la mayoría de quienes ahí residen no han mostrado interés alguno por censarse en Santiago, cuestión de debería preocupar, y mucho, al Ayuntamiento. Mucho se habló, en la era precovid, de imponer una tasa a los turistas que llegan (llegaban) a Compostela para que contribuyesen a mantener servicios tales como la limpieza urbana. ¿No sería más eficaz crear una específica para los residentes de larga duración que no se animan a censarse? Ahí queda la idea.

BEATRIZ CASTRO/Periodista