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Primero, el alma de la ciudad

    Nos encontramos a las puertas de la modificacion del PXOM (Plan Xeral de Ordenacion Municipal) en Compostela. Podríamos caer en la tentación de pensar que es un momento que marcará un antes y un después en la forma que la ciudad entiende su relación con el turismo y en concreto con sus opciones de alojamiento, pero la realidad es que el acontecimiento fijará la inflexión en conceptos más profundos y nos definirá como ciudad de manera incuestionable para los próximos años.

    Las viviendas de uso turístico (VUT) son un modelo de negocio tan respetable e interesante como cualquier otro. Es admirable en cualquiera de sus vías, tanto las que responden a afanes enmarcados en economías colaborativas como a los que emprenden y desarrollan su profesión en este ámbito. La creación de tejido empresarial en cualquier área no puede ser entendida nunca de otra manera más que dentro de las grandes noticias para una ciudad.

    Nadie en su sano juicio está en contra de este modelo profesional ni de cualquier otro que se relacione con los servicios al turismo que acoge, de manera extraordinaria, cada año esta ciudad. Pero es innegable que ante este tipo de negocio y servicio emergente, con una eclosión tan reciente, se impone una revisión legal y normativa que, debido a su prácticamente inexistencia hace unos años, no ha sido hasta ahora cuando es ineludible afrontarla.

    Las viviendas de uso turístico han alterado el mapa y concepto urbano de las ciudades. Esto es un hecho innegable. Hace unos días, en este mismo diario, miembros de la Asociación de Viviendas Turísticas de Galicia reclamaban estudios sobre esta cuestión (existiendo por docenas) y señalaban expresamente a inmobiliarias y hoteleros como generadores del problema. Pretender ocultar el sol con un solo dedo nunca fue buena cosa, dice bien poco del que lo intenta y menos del que se convence a si mismo que de esta manera puede obtener cualquier éxito.

    Un informe elaborado por Eixo Atlantico hace unos meses instaba a regular este fenómeno para evitar el colapso, la masificación y la expulsión de los vecinos de los barrios.

    El Parlamento Europeo, hace sólo unas semanas, adoptó en pleno una resolución que instaba a los estados de la Unión a poner freno al auge desmedido de pisos turísticos. Según un informe de la Asociación Galega de Inmobiliarias, en el inicio del año pasado tan solo estaban disponibles un centenar de inmuebles en alquiler en toda la ciudad de Santiago.

    Un informe del concello de Compostela cifraba, hace unos meses, en un 3% las viviendas de uso turístico que cumplían normativa.

    El Tribunal Supremo esta confirmando las modificaciones de Planes Urbanos en relación a las VUT de municipios como Bilbao con problemáticas similares a las de capital de Galicia.

    Todos los informes van en el mismo sentido. Es innegable que la aparición de este nuevo producto en el ecosistema turístico está modificando la apariencia de las ciudades. Es obligada su regulación.

    Y es obligada porque no es admisible que un ciudadano no tenga opciones para encontrar una vivienda en alquiler de larga duración en Compostela porque la oferta se ha reducido a mínimos históricos y esto haya provocado una subida de precios inasumible para la mayoría de futuros inquilinos.

    Es verdad que las VUT no son los únicos causantes de este problema, pero su efecto acelerador es incuestionable.

    Tampoco es admisible que esta falta de oferta de inmuebles en alquiler haya provocado que descendieran dramáticamente los destinados al uso estudiantil. ¿Cómo explicar a un estudiante Erasmus, o de cualquier punto del país, que decidió inscribirse en una carrera en Santiago de Compostela llamado por su legendario ambiente académico y sus inacabables opciones culturales, que ahora debe residir en Bertamiráns, Cacheiras o Padrón? ¿Cómo explicarle que en vez de pasear cada mañana por la Alameda hasta llegar al Campus desde su piso en la zona Vieja, la alternativa es un autobús con media hora de trayecto desde alguna ciudad del área metropolitana de Compostela?

    ¿Quién le argumenta al gerente de un hotel, una pensión, un albergue... obligado a incontables medidas de calidad por la legislación vigente, de prevención laboral, sanitaria, que paga sus impuestos... que en el edificio de enfrente existe una opción de alojamiento a la que no se le pide praácticamente nada de lo que para él es motivo sanción y clausura el incumplirlo?

    Cómo se le explica a una persona que invierte sus ahorros (y parte de su vida) en comprar una vivienda deseando poder desarrollarse como familia desde la tranquilidad de una comunidad de vecinos y que, sin previo aviso, la puerta de al lado se convierte en un alojamiento donde cada día entran y salen personas diferentes, a cualquier hora, con sus maletas, sus traslados, sus prisas por llegar al aeropuerto de madrugada, sus ganas de disfrutar las vacaciones festejando y alborotando sin ningún tipo de filtro, alterando para siempre y de forma permanente la vida de esa familia que decidió comprar el piso en la puerta de al lado.

    Es absolutamente ineludible la regulación. Los vecinos tienen derecho a vivir con tranquilidad o por lo menos saber en qué tipo de comunidad van a residir sin sorpresas. Los ciudadanos tienen derecho a poder tener una oferta digna de inmuebles en alquiler de larga duración. Los estudiantes deben poder vivir en la ciudad en la que cursan sus estudios y disfrutar de la ancestral vida cultural y social compostelana. Los profesionales hoteleros tienen que competir en igualdad de condiciones y no jugar permanentemente con las cartas marcadas.

    Y no tengan ninguna duda, los profesionales de los alojamientos y viviendas de uso turístico, tienen también (¡cómo no!) derecho a desarrollar su profesión tanto como todos los demás... pero cumpliendo las reglas del juego. Hay muchos que ya las cumplen, eso es innegable, pero los que no lo hacen están alterando el tablero y deben, innegociablemente, situarse en la legalidad que todos nos marcamos.

    Una legalidad, marcada por el Concello en esta modificación del PXOM, y que nos hará acercarnos, un poco más, a la ciudad que todos los que la habitamos queremos y a la que millones de personas de todo el mundo anhelan llegar cada año. No consintamos que se encuentren algo diferente a lo que soñaron.

    14 feb 2021 / 01:00
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